HORA DE ESPAÑA VI
He aprovechado unos días de descanso en Madrid, entre dos viajes, para leer el número 6 de la revista Hora de España, publicado en Valencia en junio de 1937.
Empieza como en los anteriores con textos de Antonio Machado, de los que voy a destacar y transcribir solo un párrafo de carácter como siempre antibelicista:
"Algún día -decía mi maestro- se acabarán las guerras entre naciones. Dará fin de ellas la táctica oblicua de las luchas de clase, cuando los preparados a pelear de frente tengan que pelear de frente y de costado"
("Apuntes y recuerdos de Juan de Mairena", Antonio Machado. Página 7)
Sigue un ensayo de León Felipe, parte de una conferencia sobre poesía dada en la Casa de la Cultura, titulado "Universalidad y exaltación", en el que defiende que la poética castellana se caracteriza por estas cualidades, ejemplarizadas en el Quijote de Cervantes y las Coplas a la muerte de su padre, de Jorge Manrique.
Continúa la revista con un cruce de cartas entre Ramón Gaya y Juan Gil-Albert, en torno al arte y la libertad de creación en tiempos de conflictos bélicos y revolucionarios.
La parte central, como en todos los números de la revista, está reservada a los poemas. En este caso un poema de Luis Cernuda dedicado a Federico García Lorca titulado "Elegía a un poeta muerto"; tres poemas de Arturo Serrano Plaja que me han parecido de inspiración masónica, sobre todo el titulado "Los albañiles"; y un poema largo de Rosa Chacel, titulado "Epístola moral a Serpula" que es el que más me ha emocionado. Transcribo un párrafo de "Los albañiles" y varios de "Epístola moral":
"Las obras de los hombres son las obras eternas
de hondísimos cimientos y andamios indelebles.
No todos los terrenos son propios para el hombre ni son todos los hombres obreros de su vida.
Las obras se comienzan más abajo del suelo.
En lo más apretado y profundo de la tierra nacen los edificios.
Y en lo más apretado y caliente del hombre nace su larga historia,
su memorable monumento, su construcción vivísima de sangre"
("Los albañiles", Arturo Serrano Plaja. Página 39)
"Yo te pido que mires en tu mano
el ligero depósito del tiempo,
que se te entrega por un corto espacio;
por un plazo infinito de esperanza
y un curso de recuerdo sin principio.
Esperanza y recuerdo, nudo vivo,
broche continuo, larva comedora,
del anhelo entrañable sustentada.
Cuando libre -operaria de su pérdida-
sólo un iris, un vuelo de memorias,
un aliento, feraz, de lejanía.
...
Tú, que osaste pisar esas estancias
donde la ley afila su instrumento,
tú, que escribes en losas y en espadas,
en oficiales máquinas de vidrio,
no olvides el aliento de las horas
que expira y vuela próximo a tus labios,
y se corrompe ante tus mismos ojos
cuando al pasar le escupe la mentira.
Piensa que abandonaste tu morada,
que fue la piedra al sol, junto al acanto,
sobre tu frente el cielo sin conciencia,
para cruzar las salas de la tierra
donde aun quedan reyes en las islas,
y que tan sólo un timbre es pura gloria:
la verdad en su albur, pasión y muerte."
(Epístola moral a Serpula", Rosa Chacel. Páginas 47 y 48)
En la sección de Testimonio, Vicente Salas Viú nos habla de los bombardeos en Bilbao.
Y en la de Documentos una serie de pequeños escritos de Raúl González ensalzadores de la guerra, lo menos positivo de la revista, he destacado algunas frases con las que estoy en absoluto desacuerdo:
"Hay el amor en las calles, sin sobresaltos, lo que también es muy de la guerra. El amor. un equilibrio entre la guerra y a muerte" ("Teoría de la guerra". Raúl González. Página 54)
"Aquel que ame verdaderamente la guerra, tendrá que buscar un equilibrio ente el cobarde y el carnicero" ("El fascismo se alimenta de sangre, consigna de una noche de Madrid". Raúl González. Página 55)
"Me refiero a una muerte útil, no distraída, no derrochada. A la muerte de los soldados que defienden las posiciones de la República" ("De la muerte en Madrid". Raúl González, página 56)
Evidentemente no creo que el amor sea equilibrio entre la guerra y la muerte, sino la absoluta antítesis de ambas; el concepto de "cobarde" referido a quien no "ama la guerra" es la antítesis a su vez del carnicero, que es, en cualquier caso, quien sí la ama; y, desde luego ninguna muerte puedo considerarla útil, ni para la República ni para la defensa de ningún valor humanista.
Tampoco suscribiría el artículo de Ángel Gaos "La tercera crisis política del gobierno de la república Española desde el 18 de julio de 1936", donde defiende básicamente que la revolución sólo es posible a través de la guerra ¡y supeditada a ella!.
"La revolución debe servir inexcusablemente también para salvar y ganar la guerra; debe estar fielmente al servicio de la guerra. Y todo cuanto sea desbordar este cauce, todo cuanto distraiga o enajena fuerzas a la guerra o entorpezca lo más mínimo su rápida victoria, por muy revolucionario que aparezca en su fachada demagógica, es todo lo contrario: contrarrevolucionario...
La revolución debe reducirse al mínimun necesario para que la guerra se desarrolle al máximun posible. Cuanto más se limita la revolución, más ampliamente se favorece y facilita la guerra.Y todos los sacrificios y las renunciaciones que haga la revolución; todo cuanto entregue a la guerra, por enorme, por excesivo que hoy parezca, la guerra con su victoria, en un mañana que no puede medirse con miopes mezquindades sino con la perspectiva delas dimensiones históricas, acabará irremisiblemente por devolverlo a la revolución centuplicado generosamente" ("La tercera crisis política del gobierno de la república Española desde el 18 de julio de 1936". Ángel Gaos, página 62).
Pues yo no creo que una revolución se pueda mantener en el tiempo si se consigue con métodos bélicos. Y considero que lo único positivo de esos años años de golpismo y violencia fueron las experiencias revolucionarias, las comunas, las organizaciones asamblearias, las colectividades agrarias, que se pusieron en práctica sin esperar a la hipotética "rápida victoria" que nunca llegó. Y las acciones de los colectivos refractarios a la guerra que estuvieron activos durante todo el tiempo del conflicto, también las considero acciones revolucionarias.
Finalmente hay una serie de notas, apuntes y comentarios de diversos autores sobre la poesía, el arte y las exposiciones, con criterios que, en algunos temas, tampoco comparto.
Concretamente Lorenzo Varela hace una crítica a André Bretón, porque en un artículo de Guillermo de Torre habían aparecido unas declaraciones de Bretón diciendo que:
"Estamos en la hora de los enrolamientos ciegos, de las sumisiones a ultranza. Para el escritor que no se aviene a ellas, que no se resigna a hacer una dejación absoluta de su personalidad, poniéndola al servicio incondicional de un credo político, no hay ya sitio en Europa. Es necesario hacer profesión de fe comunista o fascista si no se quiere ser lanzado por la borda, flotando a la deriva al saltar hacia otro continente. Pero este último destino, aun con todos los riesgos de perdición, de extravío espiritual que implica para el escritor despaisizado, me parece preferible al de seguir viviendo aquí solo, o bien enregimentado, marcando el paso a los acordes de cualquier rataplán sectario" ("Contra viento y marea. De la disconformidad a la comodidad, y otras cosas". Lorenzo Varela. Páginas 69- 70)
A lo que Varela responde haciendo referencia al Comité Central del Partido Comunista de la URSS, sobre que "El Gobierno, el Partido, acuerdan todos los derechos a los escritores, salvo el de escribir mal" (Ibidem. Página 70) . Según Varela "Es de suponer que todos los verdaderos escritores estén de acuerdo con estas palabras. Incluso André Bretón. Pero André Bretón prefiere una cátedra de filosofía en México o en Buenos Aires. Antes de él opinaron muchos otros señores del mismo modo ¿Qué libertad filosófica tendrán las cátedras, y, sobre todo, las cátedras de filosofía? (Decimos esto, aunque sabemos muy bien la distancia que existe entre Bretón y Madariaga) Pero el surrealismo nos va resultando demasiado realista" (Ibidem. Página 70). Bueno, en este aspecto pienso, como Bretón, que la creación debe ser libre, al margen de la afiliación política de las personas creadoras. Y sabemos que ha habido muchas depuraciones en todos los regímenes. En el caso de Bretón hay que recordar que en 1927 fue admitido en las filas del Partido Comunista
francés. Su defensa incondicional de la libertad artística fue chocando
cada vez más con el avance del totalitarismo burocrático. Stalin impuso
un “arte proletario”, que denominó “realismo socialista”, y persiguió
implacablemente a todo artista o intelectual que no lo aceptara
incondicionalmente. Bretón combatió sin descanso la aberración del
“realismo socialista” y fue expulsado definitivamente del PC francés en
1933. O sea que no es ya que solo que él no quisierahacer profesión de fe, es que directamente fue expulsado de la "fe" comunista estalinista. Y en 1938 escribió junto a Trotsky el "Manifiesto por un arte revolucionario independiente", donde denunciaban que "Bajo la influencia del régimen totalitario de la URSS y
por intermedio de los organismos llamados “culturales” que ella
controla en los demás países, se ha extendido por el mundo entero un
profundo crepúsculo hostil a la emergencia de cualquier especie de valor
espiritual. Crepúsculo de fango y de sangre en el que, disfrazados de
intelectuales y artistas, se suman hombres que han hecho del servilismo
un móvil, de la negación de sus principios un juego perverso, del falso
testimonio venal una costumbre, y de la apología del crimen un placer.
El arte oficial de la época staliniana refleja, con una crueldad sin
paralelo en la historia, sus irrisorios esfuerzos por aparentar lo que
no es y enmascarar su verdadero papel mercenario" (Sacado de "Hace 40 años fallecía André Bretón", Mercedes Petit, publicado en El Socialista.
Juan González del Valle elogia una exposición de pintura de Arturo Souto, una serie sobre milicianos, de realismo socialista, que claramente no me interesa en absoluto.
Por otro lado unas reseñas firmadas por A.S.P. sobre libros de poesía y pintura de Juan Gil-Albert y Antonio Rodríguez Luna. Concretamente al referirse a los "Dieciséis dibujos de guerra" de Luna lo califica de "a lo surrealista" y destaca que "Tal vez a través de una representación poética del horror que no le pertenece totalmente, por venir arrastrada, como definición, en los surrealistas, pero ahí está, creo, llena de eficacia plástica" ("Ediciones Nueva Cultura". A.S.P. Página 75). Me he interesado en la obra de este pintor, es un expresionismo esperpéntico, sí, tal vez con tintes surrealistas. Me gusta.
Siempre me parece interesante que se reseñen las conferencias que, a pesar de la guerra, se seguían dando en la Universidad de Valencia, de arte, de política y de ciencia, entre ellas una titulada "Alrededor de la obra científica de Cajal", por el Dr. Márquez, decano de la facultad de medicina de Madrid.
Y termina la revista con una obra de teatro escrita por Manuel Altolaguirre, también sobre la muerte y la guerra, con tintes también surrealistas, con apariciones que representan las tres edades de los mismos personajes, infancia, juventud y vejez, en diálogo entre sí y con la muerte.
Ha sido, como siempre, una lectura que me ha hecho reflexionar, principalmente sobre el militarismo, la ideología y la Conciencia.
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