LA VIDA DE BRIAN EN LA FILMOTECA

Pues sí, el sábado 11 de julio estuve por primera vez, tras el confinamiento, en la Filmoteca. Llegué pronto, a las 20:30 h, ya había tres personas en cola, guardando muy bien la distancia de seguridad, y me coloqué el cuarto, enseguida se alargó la cola más allá del codo que hace la calle santa Isabel, en la bifurcación con Torrecilla del Leal. Abrieron la puerta a las 20:40 h, entró la primera chica, la segunda y el tercero dijeron que no entraban porque esperaban a otras personas, por lo que yo entré el segundo. Me tomaron la temperatura, me pidieron que me desinfectara la manos con el gel hidroalcohólico que tienen ubicado a tal efecto y tras mostrar la entrada en mi móvil, entré en la sala. Una empleada iba acomodándonos, hay que aclarar que antes del confinamiento  las localidades no eran numeradas y nos sentábamos al alimón. Yo siempre procuraba, si estaba libre, sentarme en la primera butaca de la fila siete, habitualmente a la izquierda del pasillo (según entramos), y esa es la localidad que yo había, por supesto, adquirido. Me senté, por lo tanto, en mi sitio de siempre. Se veía y se respiraba la limpieza y desinfección de las butacas. La acomodadora me indicó que debía mantenerse puesta la mascarilla durante la proyección. La sala se terminó casi llenando, me refiero al 50 por ciento del aforo, que es lo que está a la venta, claro. Aunque, por suerte, en mi fila solo estábamos, un señor en la otra esquina de la fila, y yo.
Antes de la película proyectaron un documental sobre la Filmoteca. Me encantó, porque, entre la variedad y calidad histórica, humanista y cultural de las imágenes, reconocí a algunas personas. Concretamente a Luís Castrillo, quien actualmente es coordinador de fondos no fílmicos de la Filmoteca, pero a quien yo conozco por haber sido padre y miembro del AMPA y del Consejo Escolar del colegio en el que actualmente sigo trabajando, además de haber colaborado estrechamente juntos en Latina Reverde, la Plataforma por la Escuela Pública del distrito de Latina.
Pero sobre todo me emocionó ver en primer plano el libro de José Francisco Aranda, "La fabulación de la pantalla", edición a cargo de Breixo Viejo, con presentaciones de Basilio Martín Patino y de Manuel Rodríguez Mateos. Con todo lo que me gusta la película "La vida de Brian", esa imagen del documental fue para mí lo mejor de la noche.

LA VIDA DE BRIAN
Ya la había visto en la misma Filmoteca hace muchos años. Y es verdad que también la he visto varias veces en la televisión, pero, por "h" o por "b", (o por cualquier otra letra del "Abecedario de don Hilario"), o nunca he llegado a verla completa, o desde luego había algunas escenas que había olvidado.
Y, siempre lo repetiré, nada que ver una producción como La Vida de Brian en la televisión, que en la gran pantalla. Desde la primera escena con la llegada de la estrella anunciadora surcando una inmensa pantalla llena de puntos brillantes, hasta escenas como la muchedumbre aclamando a Brian ante la ventana de su vivienda, (y dentro de la vivienda- habitáculo, que me recordó la famoso escena del camaraote de "Una noche en la ópera",de los hermanos Marx), pasando, incluso por toda la presentación animada de los créditos de presentación. Hay infinidad de escenas que si no las habéis visto  en la gran pantalla, no podéis decir que habéis visto La Vida de Brian.
Como digo hay escenas que ni las recordaba, como la de la nave alienígena, un homenaje- parodia de Star Wars (Star Wars se estrenó en 1977 y La Vida de Brian en 1979), y que me parece lo más surrealista de toda la película. Me recordó, precisamente por analogía surrealista, a "El milagro de P. Tinto" (de Javier Fesser, 1998). Y desde luego es otra escena que si no la habéis visto en la gran pantalla, no me digáis que habéis visto la película.
Me comentaba una amiga que, a pesar de saber lo que iba a pasar, se rió mucho. A mi lo que me ocurría es que me reía antes, precisamente porque anticipaba lo que iba a pasar. Por ejemplo en la famosa escena de Pilatos hablando de su amigo Pijus, es que fue ver a Pilatos y empezar a reirme, porque esa escena sí que la recordaba y es de lo más hilarante.
Por contra, en la escena de Pilatos y Pijus preguntando a la muchedumbre que a quien querían que liberara, me reí porque sabía lo que pasaba, pero en la versión original no se aprecia practicamente para nada el chiste. A no ser que dominemos el inglés a nivel nativo. Esa escena sí que recordaba haberla visto en la televisión en versión doblada, y toda la gracia reside en que Pilatos tiene dificultad para pronunciar el fonema "r" (rotacismo) y Pijus no prununcia bien la "s", cecea. Por lo que la muchedumbre les proponen siempre nombres que comienzan o contienen esos fonemas para burlarse por la mala pronunciación. Como digo, lo sabía y entendí el chiste, pero no lo aprecié en la versión original.
Me volvió a encantar escuchar la canción final: "Always Look on the Bright Side of Life". Recordemos que, como ya dije en la entrada anterior, cuando anuncié la película, Graham Chapman (quien da vida a Brian) murió en 1989  por un cáncer y, como parte de la elegía de su funeral, Eric Idle cantó un fragmento de "Always Look On The Bright Side Of Life". Ayer, viví esa canción como un nuevo homenaje a Chapman y como himno LGTBIQ.

So, always look on the bright side of death
just before you draw your terminal breath.
Life's a piece of shit,
when you look at it.
Life's a laugh and death's a joke, it's true,
you'll see it's all a show.
Keep 'em laughing as you go,
just remember that the last laugh is on you.

And, always look on the bright side of life,
always look on the right side of life.


Y esta tarde vuelvo a la Filmoteca para ver "Amanece que no es poco".

















Comentarios

Entradas populares de este blog

RAICES

EL BOMBARDEO DEL HOSPITAL GALLIERA

ART MADRID, PEOPLE ART GALLERY, MARINA VARGAS, LA COLECCIÓN DEL THYSSEN Y ARROGANTE