APLAUSOS PARA LA BODA DE ROSA
El domingo 23 de agosto fuí con mi amiga Gema a los cines Princesa para ver esta película de Iciar Bollaín protagonizada por Candela Peña.
Magnífico alegato por la libertad y la autoestima.
Destacaría la ceremonia de la boda. Me hizo reflexionar sobre la necesidad de ceremonias de este tipo (con fiesta, reunión de amistades y familiares, música, convite...) para los momentos vitales de autoafirmación que tenemos a lo largo de nuestra vida.
Concretamente hacen falta ceremonias de este tipo para ese momento en que las niñas empiezan a menstruar y los niños a tener emisiones seminales. En todas las culturas, desde el neolítico, se han realizado ceremonias civiles, sociales, culturales, humanistas, de este tipo. Pero desde el surgimiento y universalización de las religiones monoteistas, estas ceremonias se circunscriben al sacramento religioso.
Muchas niñas y muchos niños piden a sus familias celebrar "la comunión" porque sus compañeras y compañeros de clase la hacen. Pero las familias, al menos las que tienen un nivel sociocultural medio, ya saben que la petición no es sacramental, lo que las niñas y niños piden es una fiesta, una reunión con sus amistades, con juegos y música propios de su tiempo, con regalos, con felicitaciones. Incluso con el estreno de vestimenta de adulto (que no necesariamente tiene que ser el vestido de Sissi Emperatriz que se les enfunda a las niñas, ni el uniforme de militar con que a menudo se les militariza a los niños)
Lo que niñas y niños piden es que se reconozca públicamente que ya son unas mujeres y unos hombres (cariñosamente les solemos decir que ya son unas "mujercitas" y unos "hombrecitos").
Al igual que las bodas, como la de la película, ya tienen sus ceremonias civiles, hacen falta otras ceremonias civiles para ese paso de la pubertad. Tal vez también para el momento en que las niñas y niños nacen y sus familias necesitan la aprobación por parte de la sociedad (léase familia y amistades principalmente). Aprobación como familia (ya sea monoparental, homoparental o heteroparental). Especialmente las familias homoparentales, que al estar formadas por personas menos adeptas y menos aceptadas por las religiones monoteistas, no es que no "bauticen" a sus hijas e hijos, es que gran parte de la sociedad sigue pensando que no tienen derecho a ser considerados familia.
Y conste que no estoy reivindicando "normalización". La celebración del nacimiento, de la pubertad o de la boda no necesariamente tienen que estar oficializadas y realizarse en el ayuntamiento. La película lo deja claro: eso es un error.
Al margen de la reivindicación, la pelicula es un melodrama en el que todos los personajes sufren. De hecho me pareció un poco metido con calzador en el guión el repentino despido de la hermana (Nathalie Poza).
Y como suelo destacar en las películas que me gustan, no hay ni persecuciones policiales, ni vehículos volcados e incendiados, ni gritos, ni disparos, ni sangre, ni música estridente y ensordecedora. Ni siquiera escenas nocturnas, de esas que meten en todas las producciones americanas, en las que no vemos un pimiento, ni nos enteramos de lo que está realmente pasando durante minutos.
Una película luminosa y humanista.
No puedo dejar de reseñar el cambio físico de Sergi López. Siempre me ha parecido un sex simbol y en la mayoría de sus películas se desnuda casi por completo. Pero ahora, como le dice el personaje de
Nathalie Poza, se le vé "más". Y es que ha engordado muchísimo.
Pocas veces he aplaudido y he escuchado aplausos en una sala comercial, es habitual en la filmoteca, pero en los estrenos en salas comerciales es poco frecuente. Y este domingo aplaudimos porque la película se lo merece.
Y me alegré de comprobar que el cine estaba bastante completo (al 50% el aforo por covid)
Trailer:
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