ALGUNOS APUNTES SOBRE LA “REPUBLIQUILLA”

En los primeros años de la actual monarquía se repetía mucho el mantra de la separación entre los poderes legislativo, ejecutivo y judicial. De entrada nunca supe cual era la diferencia entre el poder legislativo y el ejecutivo. Y nunca entendí eso de que división de poderes significase que los diferentes poderes se limiten recíprocamente.

Con esta limitación nos encontramos continuamente que decisiones tomadas por representantes políticos de nuestras instituciones, elegidos democráticamente por sufragio (al margen de las deficiencias representativas de dicho sufragio), son después derogadas por juezas o jueces a quienes no ha elegido nadie ni por lo tanto representan a nadie. El caso más sonado fue el del procés, por el cual el poder judicial decretó que lo que se había decidido en un parlamento autonómico era ilegal. Y los representantes elegidos por la ciudadanía acabaron con sus huesos en la cárcel.

El caso más reciente y cercano ha sido el del juez que decretó que una decisión tomada por la presidenta de la Comunidad de Madrid era ilegal, me refiero a la prohibición de fumar en las terrazas de los bares. Una medida justificada por razones sanitarias que se estaba ya implementando en otras comunidades autónomas.

En el sentido opuesto llama la atención como juezas o jueces que intentan investigar y enjuiciar crímenes y  criminales son inhabilitados. El ejemplo más sangrante fue el del juez Garzón, inhabilitado por investigar a los  criminales franquistas.

 

Desde mi humilde aportación a la últimamente denominada como “republiquilla” que muchas y muchos estamos reivindicando, espero que en la III al menos esta separación de poderes esté un poco más clara. Mi opinión es que no se deberían inmiscuir unos poderes en las funciones de los otros. El poder judicial debería limitarse a enjuiciar crímenes, secuestros, robos, torturas, agresiones, violaciones, extorsiones, desfalcos, cualquier forma de violencia o apología de la violencia racista, LGTBIQfóbica, aporofóbica, capaticista, especista… Y sin ningún tipo de limitación o aforamiento, la ley deberá ser igual de verdad para toda la ciudadanía, independientemente del cargo político, el capital económico o la extirpe. Pero nunca debería limitar las labores propias del poder legislativo.

 

Pero es que hay más “poderes” que intervienen en el desarrollo de un sistema político: el económico, el religioso, el poder de los medios de comunicación, el de los cuerpos armados.

 

Respecto al tema religioso ya ha corrido mucha tinta. Desde luego la “republiquilla” que reivindicamos debe ser laica. Las creencias religiosas deben formar parte de la intimidad y en ningún caso influir en decisiones o legislaciones políticas ni en el ejercicio de derechos humanos como el derecho a la educación y la sanidad, los derechos LGTBIQ, los derechos de las otras especies animales…   

 

Me afecta más la intromisión de los cuerpos armados en las decisiones y actuaciones políticas o ideológicas. En los últimos años hemos podido comprobar cómo personas que se manifestaban, ya fuera físicamente, o a través de la música, el teatro o el arte, contra los cuerpos armados, o contra la monarquía, o contra la religión; eran enjuiciados y condenados a multas o penas de prisión.

Desde mi posicionamiento ideológico lo ideal sería que en nuestra “republiquilla” se eliminaran definitivamente los cuerpos armados. Y que la “seguridad” se defendiera desde principios de cooperación internacional, solidaridad con todas las personas que sufren persecución, hambre o conflictos armados, reparto equitativo de la riqueza cubriendo necesidades y derechos básicos como el empleo digno, la alimentación o la vivienda, reforzando la educación con criterios inclusivos, respetado las libertades sociales, los derechos humanos y animalistas.

Evidentemente sé que este posicionamiento es utópico, pero si no se eliminan los cuerpos armados, al menos habrá que delimitar bien sus funciones. No aceparé jamás unos cuerpos armados cuya función sea reprimir a la ciudadanía cuando se manifiesta reivindicando ante las autoridades más derechos sociales, humanos, animalistas o LGTBIQ.

 

No aceptaré jamás unos cuerpos armados cuya función sea reprimir a la ciudadanía cuando se manifiesta a favor de la paz. Y lo pongo aparte por la parte que me toca. Porque aún me duelen los palos que recibí cuando me manifestaba el 23 de marzo de 2003, y también me siguen doliendo los artículos la toda la prensa mintiendo y manipulando a la opinión pública y justificando los crímenes policiales. Recuerdo a un amigo entregando flores a la policía y por contra aquellos artículos que hablaban de encapuchados, de altercados, de barricadas, de lanzamientos de piedras. La realidad fue que las compañeras y compañeros del Movimiento de Objeción de Conciencia íbamos en la cola de la manifestación, la policía sin ningún motivo ni aviso empezó a lanzarnos pelotas de goma, nos tiramos al suelo para protegernos y empezaron a apalearnos. Nunca se detuvo ni enjuició a ningún policía por esos hechos criminales.

Y no ha sido la única vez. El 15 de mayo de 1990 participé de la presentación colectiva de insumisos en la capitanía de Burgos, ya que previamente nos habíamos presentado cada uno en su capital de reclutamiento y no habían detenido a nadie excepto en Burgos. Me dieron muchos palos aunque al principio no me dolían y en el centro de salud solo me quejé de un pequeño corte en el ojo donde me pusieron algún punto, pero después caminando hacia el hotel donde me esperaba mi pareja, empecé a sentir los dolores de los palos y llegué con la espalda llena de hematomas que me duraron varias semanas.

Esos palos y ese dolor, por defender un mundo menos violento y más justo, no se olvidan nunca.

 

Un aviso para republicanas y republicanos: Si algún día se llega a proclamar la III, muchas y muchos vamos a seguir manifestándonos en contra de cualquier forma de militarización. Y si los cuerpos armados siguen reprimiéndonos, será síntoma de que esa no será la República de tod@s para tod@s que estamos reclamando, con mayúsculas y sin diminutivos.


 Pedro Polo (Antimilitarista Queer)

 

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