PASEOS DE FIN DE SEMANA, MANIFESTACIONES SEGURAS Y CLAUSTROS DEL SIGLO XIX
Hoy he retomado los paseos matutinos, de momento los voy a reducir a fines de semana, porque durante la semana no tengo tiempo por las mañanas y por las tardes estoy vago y prefiero ver la tele y acostarme pronto. He hecho uno de los recorridos largos, de Ópera a Plaza Castilla, ida por Bravo Murillo y vuelta por Santa Engracia, en total 13 kilómetros en dos horas y diez minutos.
Anoche, antes de acostarme, pude ver los resultados del test Covid y la primera reflexión que he hecho hoy durante el paseo es que si el día de la prueba la mayoría no nos contagiamos, queda demostrado científicamente que ni en las manifestaciones ni en las concentraciones (siempre que se hagan con mascarillas) hay peligro de contagios masivos.
La siguiente reflexión la podría titular “Claustros del siglo XIX”. No, no se trata de una visita a claustros neogóticos. Se trata de una reflexión sobre lo poco que hemos evolucionado en la Educación desde el siglo XIX. Ya en el último tercio del siglo XIX y primer tercio del XX las teorías del Paidocentrismo, de la psicología evolutiva y de la construcción del conocimiento quedaron demostradas científicamente. El fascismo en España acabó con todos los avances en Educación asesinando a todas las maestras y maestros y sustituyéndolas por personas militarizadas que convirtieron las escuelas en cuarteles militarizados. Pero llegó la democracia y con ella la LOGSE, que, con todas sus deficiencias, retomaba toda la renovación pedagógica de principios del siglo XX y, entre otros aspectos, destacaba la necesidad de una evaluación global, continua y formativa. Desde entonces se han sucedido varias leyes educativas, pero que en esencia han mantenido los criterios pedagógicos básicos y entre ellos los de la evaluación.
Sin embargo aún hoy en día hay sigue habiendo claustros de profesorado que aprueban, por proposición de la jefatura de Estudios y casi por unanimidad del profesorado, que, para evitar contagios a través de objetos, los libros de texto se queden permanentemente en los colegios, y se lleven a casa sólo el día antes de un examen, fomentando así que el alumnado estudie sólo el día antes de los exámenes, y en definitiva, institucionalizando el aprendizaje meramente memorístico, propio de principios del siglo XIX, antes del paidocentrismo.
También es decimonónico, y anticonstitucional, espero, que en algunos claustros se proponga, también por parte de la jefatura de Estudios, que para hacer agrupaciones de alumnado de menos de 25 personas, se segregue al alumnado por sus creencias religiosas, los que dan clase de religión católica en un aula, los que no (musulmanes, judíos, ateos, o aconfesionales) en otra.
Evidentemente en el siglo XIX no existía el claustro como órgano de gobierno escolar, de haber existido, entiendo que se tratarían exactamente los mismos puntos del orden del día. A quienes siempre se quejan de que cada vez que cambia el gobierno nos imponen una nueva ley de Educación, les diría que mienten bellacamente. En España, desgraciadamente, ninguna inspección ha controlado nunca que se cumplan la legislaciones educativas, el profesorado se ha seguido rigiendo al margen de las leyes. Y así llevamos dos siglos de retraso respecto al resto del mundo.
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