LA FIESTA NACIONAL

LA FIESTA NACIONAL

 

Desde temprana hora de la mañana (creo que sobre las 11.00 empecé a oír los primeros “yo soy español, español, español”) he tenido frente a mi ventana una inmensa ristra de globos negros formando un lazo, no sabría decir, pero a ojo de buen cubero podría tener unos 15 metros de largo. Alrededor de él y custodiándolo varias jóvenes ataviadas con banderas monárquicas a modo de capa superwomen (había más chicas que chicos). La policía nacional les ha impedido pasar a la plaza de Oriente. Sin embargo sí he visto a muchas y muchos, y de todas las edades, pasar a la plaza con sus capas monárquicas o enarbolando banderas “con palo”. Al parecer había un acto en el palacio real por lo de la fiesta nacional y estas personas pretenderían boicotearlo con la exhibición del lazo de globos, interpretando que el gobierno tiene la culpa de la pandemia. Como si la pandemia se hubiera cebado con las clases y barrios pudientes y monárquicos, cuando la realidad es que se está cebando en las clases y barrios más empobrecidos. 

Aunque creo que la razón de la manifestación no era tanto la gestión de la pandemia como el hecho de que no les hayan permitido irse de puente, un derecho fundamental, por encima del derecho a la salud pública,  según la judicatura madrileña (entendiendo que el TSJM es el máximo representante de la judicatura madrileña).

 

Pero lo que a mí me preocupa es qué se pretendía hacer después con los globos.

Hace unos 25 años, siendo aún interino, una familia de mi alumnado me regaló un libro cuyo título era algo así como “50 cosas que los niños podemos hacer para mejorar el mundo”. Desgraciadamente lo perdí, seguramente lo prestara a alguien que nunca más me lo devolvió. En ese libro aprendí lo peligroso que era soltar globos de helio. Las corrientes de aire desplazan estos globos a miles de kilómetros, y al llegar a determinado límite de nuestra atmósfera, los globos se rompen y caen. Habitualmente caen al mar, donde los cetáceos intentan comérselos confundiéndolos con peces, pero como el material de los globos es muy duro no pueden masticarlos y se los tragan enteros, se les quedan atascados en sus esófagos o estómagos y les impiden seguir alimentándose. Por lo que terminan muriendo de hambre. 

Aviso para españolistas: Soltar globos no sólo implica menospreciar y reducir la vida de nuestro planeta, también implica menospreciar y reducir la calidad de vida de las españolas y españoles, en cuanto habitantes, también, de este planeta (y no hay "planeta B"). Vaya que soltar globos es más antiespañol que el spanglish.

 

Desgraciadamente se siguen soltando globos en muchos eventos, de forma oficial y de la mano de alcaldías e incluso de la mano de asociaciones con objetivos culturales, sindicales o humanitarios.

 

Cuando salí a comer aún estaba en la calle el lazo con sus custodiadoras. Al pasar por la plaza de Isabel II, (Ópera), ví que había una concentración de jóvenes vestidos a modo de boys scouts, y enarbolando estandartes con los nombres de diversas agrupaciones militares. Todo muy caqui. Muy bien colocados, en silencio y formando filas y columnas, de forma militar. Nadie como los militares y sus seguidores para concentrarse guardando escrupulosamente la distancia de seguridad. (De hecho, en la manifestación de docentes a la que asistí el 5 de septiembre, me costó entrar en la fila porque me recordaba demasiado a un desfile militar).

 

Me llamaron la atención las vendedoras y vendedores de banderas, como si de refrescos se trataran.

 

Mientras me alejaba de la concentración, cuando ya no les tenía a la vista, pude oír un sonoro aplauso. Espero que fuera porque se acababa la concentración y no porque se habían soltado los globos. En cualquier caso no vi globos en el cielo.

 

Sentado en el restaurante, cerca de la puerta que tienen abierta de par en par para permitir la ventilación natural, pude ver pasar algún coche desde el que se enarbolaba alguna bandera monárquica, sacándola por la ventana. Y lo que es peor, alguna moto ataviada con varias banderas y haciendo sonar incesantemente el claxon. La contaminación acústica no es sólo nefasta para las otras especies, también lo es para la humana, incluida la española. E incluida la monárquica.

 

A la vuelta ya habían desaparecido los globos, espero que nunca fueran soltados.

 

Tengo que decir a favor de todo esto que al menos no he llegado a ver ninguna bandera con el águila “de san Juan”, ni con el yugo y las flechas.

 

En un grupo de whatsapp de maestras una de ellas me ha comentado que si estoy en contra de que se imparta religión en las escuelas, también debería renunciar a las vacaciones religiosas (navidad, semana santa). Le he respondido que, además de ser fiestas ligadas a festejos precristianos relacionados con los solsticios y equinoccios, las fiestas laborales son conquistas sociales del movimiento obrero. Pero desde luego si alguna fiesta eliminaría del calendario son las fiestas de exaltación del militarismo, de conquistas militares y de valores militaristas.

 

Y la de hoy lo es. 


 

 

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