LOS DOMINGOS DE CÁMARA II

 

El domingo 15 de noviembre volví al Teatro Real para  disfrutar del segundo concierto de "Los domingos de cámara". Cómo ya comenté en la entrada que publiqué para reseñar el primer concierto, este curso se está dedicando a Antonín Dvorak en el 120.º aniversario del estreno de "Rusalka", ópera que está representando actualmente en el Teatro. De hecho pude disfrutar, no solo de las y los estupendos solistas de la Orquesta Titular del Teatro Real, sino también de la escenografía de la ópera, marco inigualable para un concierto con dos obras del propio Dvorak, más otra de Smetana y una pequeño aperitivo de Josef Suk. He buscado versiones de las obras en Youtube, habitualmente sólo se encuentran los primeros tiempos, pero a mí me han emocionado más los segundos, tanto de Dvorak, como de Smetana.

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SUK: "Meditación sobre el antiguo himno checo de san Wenceslao, op 35 para cuarteto de cuerdas". Interpretado por Santa Mónica Mihalache y Mayumi Ito, violines; Oleg Krylnikov, viola y Simón Veis, violonchelo.

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DVORAK: "Terzetto en Do Mayor op 74 para dos violines y viola", interpretado por Gergana Gergova y Malgorzata Wrobel, violines y Leonardo Papa, viola.

 

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SMETANA: "Cuarteto de cuerdas n°1, De mi vida", interpretado por Margarita Sikoeva y Pablo Quintanilla, violines; Laure Mª Gaudron, viola y Drafos Balan, violonchelo.

Smetana es uno de mis compositores favoritos. El estilo musical es muy parecido al de Dvorak, música nacionalista, que siempre incluyen algunos acordes claramente marciales, pero que globalmente tienen reminiscencias de vida campestre, de paseos en carromatos tirados por caballos en medio de dehesas, bosques o prados, y pasos muy alegres de danza popular. Concretamente esta obra de Smetana me ha parecido de una gran belleza lírica. Ha sido una gozada.

 

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DVORAK: "Cuarteto de cuerdas n°13 en Sol mayor, op. 106", interpretado por Sonia Kikliewicz y Rubén Mendoza, violines; Olga Izsak, viola y Simon Veis, violonchelo.

 

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He disfrutado mucho del concierto. Hoy estaba la platea mucho más ocupada que en el primer concierto, aunque siempre respetando la limitación del aforo. Y tengo la inmensa suerte de tener una magnífica localidad fija, en la fila 7. Como ya he dicho, el marco de la escenografía de Rusalka ha realzado magníficamente el concierto. 

A la salida no me apeteció meterme en casa a comer, así que me fui al restaurante coreano.

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Y después, ya sí, a dormir la mona. Magnífica mañana de domingo (y aún os tengo que contar lo que nos aconteció por la tarde)



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