"MARIQUITA" DE JUAN NARANJO
Voy a destacar principalmente el principio y el final del libro. Comienza con un poema de Federico García Lorca:
Naranjo nos narra su experiencia en los años 90. Nació en Málaga en 1983. Mi experiencia, aunque similar, ha sido algo diferente, porque yo nací veinte años antes, y justo en 1985 me instalé en Madrid, donde no voy a decir que no hubiera homofobia, pero desde luego yo viví mucha más libertad de la que se narra en el libro. Y desde luego mucha más que en Montijo, mi pueblo de Badajoz, del que salí casi huyendo. Al poco de llegar a Madrid descubrí a gente que sentía como yo y espacios donde dar rienda suelta a nuestro deseo. Y al año de llegar ya empecé a manifestarme en las calles del centro de la capital, de la mano del COGAM.Pero sí, antes de eso, yo había pasado, en mi pueblo, por el colegio, el instituto y la escuela universitaria. Y claro que había sufrido acoso, insultos, agresiones e incomprensión. Y sobre todo falta de referentes, lo que supuso que no tuviera plena conciencia de mi identidad sexual hasta que llegué a Madrid.
Por eso me han sorprendido las fechas en el libro. Para mí, esas fueron las fechas de la libertad sexual. Incluso más que actualmente, que somos víctimas de ataques de los colectivos de ultraderecha (Vox, Hazteoir...), que se han reinstalado en los parlamentos autonómicos, de los continuistas ataques de la conferencia episcopal... y otros ataques más inesperados por parte de falsas feministas transexcluyentes (las llaman TERF, pero yo no las considero ni radicales ni feministas). Ahora ser LGTBI, o reivindicar la cultura y la política queer, vuelve a estar en entredicho, cuestionado y vilipendiado. Sobre todo por la irrupción en estos últimos años de las redes sociales: facebook, grupos de whatsapp...
Por eso estoy muy de acuerdo con el final del libro, pasando a la página 136, que reproduzco completa, encontramos un discurso que comparto ideológicamente y en mi práctica educativa:
"Encontré que, más allá de las lecciones puramente académicas, en clase tenía el derecho y el deber de educar a mi alumnado en valores.
Defender los derechos civiles, denunciar las injusticias y luchar por la igualdad se convirtieron en una parte importante de mi día a día en el trabajo.
Todo ese activismo (y todas esas preocupaciones) me merecían la pena al saber que algunos chicos y chicas que no encajaban del todo encontraban en mí un espejo en el que mirarse, un referente, un confidente o, como mínimo, alguien que rompía los cánones tradicionales. No sólo mi lucha constante, mi mera presencia como persona LGTBI visible era de por sí un acto políico.
En el instituto me convertí en la persona que habría necesitado tener cerca cuando yo estaba al otro lado de la tarima".
También yo, como maestro de Educación Infantil, he intentado desde el principio de mi carrera y sigo intentándolo, ser el referente que nunca tuve.
Considero que debería ser un libro de lectura obligatoria en las carreras de Magisterio y otras docencias. Y se lo recomiendo especialmente a maestras y maestros (y demás docentes). También es muy recomendables para madres y padres, como un manual más de los de "cómo ser una buena madre o un buen padre".
Una última referencia:
"Hoy sabemos que el género es una construcción social y que las personas pueden disfrutar de cosas que, tradicionalmente, no son propias de su sexo..." (página 16)
Pues eso. A ver cuántas y cuántos os atrevéis a comprar un libro con este título.
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