ENALTECIMIENTO DEL TERRORISMO
ENALTECIMIENTO DEL TERRORISMO
El cantante Pablo Hasél puede ser encarcelado en unos días porque pesa sobre él una condena por hacer apología del terrorismo en las letras de sus canciones. Parece ser que, concretamente, en alguna de sus letras habla de los GRAPO.Hace unos años fui invitado por mi amiga Nuria para presentar un libro sobre memoria histórica, como es habitual también intervino en la presentación una cantante, y cantó “Al alba”, el debate que siguió a la canción se centró en que los presos de ETA y el GRAPO asesinados por el régimen franquista, no eran terroristas sino luchadores antifascistas.
He buscado más información sobre este cantante y he encontrado que se le ha condenado por "enaltecimiento del terrorismo", "calumnias e injurias contra la corona" y "calumnias e injurias contra las instituciones del Estado”. Que en el siglo XXI, y tras haber pasado cuarenta años de dictadura militarista, y otros cuarenta y seis desde la muerte del dictador, una persona pueda ser encarcelada por injurias a la corona o a las instituciones, es un síntoma de que nuestras instituciones no han conseguido desvincularse del lastre militarista y autoritario de la dictadura.
Pero, como defensor de la no violencia, me gustaría analizar qué se entiende por “enaltecimiento del terrorismo”.
Y qué entendemos por terrorismo.
Como memorialista y antifascista, entiendo que todos los partidos que en el congreso se niegan públicamente y en repetidas ocasiones a legislar para que puedan juzgarse los crímenes del franquismo, son partidos y/o personas que están haciendo públicamente y de forma repetida “enaltecimiento del terrorismo de Estado”.
Recientemente varios colectivos de militares en reserva y en activo han hecho públicas en redes sociales declaraciones a favor de asesinar a millones de personas por motivos políticos. Creo que ninguna de esas personas, quienes firman las declaraciones con nombres y apellidos, ha sido llamada a declarar por “enaltecimiento del terrorismo”.
En medio, precisamente, de una pandemia que está acabando con la vida de millones de personas en todo el mundo, hay personas, partidos, y organizaciones que no sólo se manifiestan en contra de acatar las medidas sanitarias de protección para evitar más muertes, sino que hacen escarnio públicamente de las víctimas, difunden continuamente fake news y bulos para desorientar y confundir a la ciudadanía y hacen apología del negacionismo. Mientras que otros partidos e instituciones se empeñan en militarizar la pandemia y vincular la prevención sanitaria con el intervencionismo militarista. Entiendo que tanto negacionistas como militaristas están haciendo públicamente y de forma repetida “enaltecimiento del terrorismo”.
El colectivo LGTBIQ ha sido víctima del terror social, cultural e institucional desde hace milenios (la primera gran acción terrorista contra el colectivo que aparece narrada en un libro es la destrucción de Sodoma y Gomorra). En nuestra historia más reciente, el militarismo franquista encerró a cientos de personas LGTBIQ y les torturó durante décadas con electroshocks, entre otras formas de tortura, vejaciones, violaciones y escarnios. Sin embargo no se le ha acusado de “enaltecimiento del terrorismo” a las personas, partidos y organizaciones que siguen ensalzando aquel régimen terrorista, que siguen negándoles derechos a las personas LGTBIQ, que se niegan incluso a que se muestre en los colegios la diversidad sexual y familiar.
Desde los colectivos feministas se ha preguntado muchas veces a las instituciones cuántas mujeres deben morir a manos de sus parejas masculinas, para considerar que la violencia machista es una forma de terrorismo.
Siempre que hablo de terrorismo me acuerdo de aquella manifestación contra la guerra del Golfo, durante el gobierno de Aznar, donde la policía cargó contra las personas que estábamos manifestándonos de forma no violenta (y con un “permiso legal”), nos dispararon pelotas de goma y nos golpearon con sus porras. La guerra es un crimen contra la Humanidad, como la define la declaración de la Internacional de Resistentes a la Guerra, y, por tanto, el mayor exponente de terrorismo. Nadie fue juzgado por “enaltecimiento del terrorismo”, por atacarnos de forma violenta a quienes nos opusimos a la guerra con la no violencia.
En definitiva desde todas las instituciones municipales, autonómicas y estatales, desde gobiernos, judicatura y cuerpos de “seguridad” se ha hecho y se hace “enaltecimiento” de todo tipo de terrorismos. Por eso, insisto, que una persona pueda ser encarcelada por injurias a la corona o a las instituciones, es un síntoma de que nuestras instituciones no han conseguido desvincularse del lastre militarista y autoritario de la dictadura. O, de lo que es lo mismo, del terrorismo de Estado.
Yo nunca voy a apoyar a alguien que hace apología de la violencia política, de la lucha armada. Pero considero que desde la no violencia y el antimilitarismo debemos denunciar que hay muchas formas de ejercer el terrorismo y especialmente muchas formas de terrorismo institucional o de Estado. Y una de ellas es la cárcel como forma de secuestro de las ideas.
Y sabemos que hay otras formas de terrorismo institucional, como la obligatoriedad de pagar impuestos para la defensa armada, la investigación militarista, la industria militarista y la preparación de las guerras, como forma de impuesto revolucionario.
Hay representantes de algún “partido” con representación en los gobiernos municipales y autonómicos que siguen reivindicando la pena de muerte, principal medio de terrorismo estatal. Precisamente son los mismos que nos niegan derechos a la comunidad LGTBIQ, comunidad que en muchos países del mundo seguimos siendo proscrita y a quienes se nos sigue aplicando a menudo penas de muerte. Precisamente países con los que la “corona” hace negocios de forma irregular. Y a quienes exportamos armamento de nuestra industria militarista.
PEDRO POLO (ANTIMILITARISTA QUEER)
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