"LAS HORAS MUERTAS (¿O VIVAS?) DE BONALD

El 9 de mayo falleció el poeta José Manuel Caballero Bonald, un referente para todas las personas que nos acercamos a la Conciencia, a la Realidad (y al Deseo) a través del lenguaje poético. 

En la Fiesta de Fin de Etapa de mi alumnado las familias me han regalado un par de libros de su prolífica producción. Ya he terminado la lectura del poemario "Las horas muertas", que se publicó por primera vez en 1959. Me han regalado la editada por ARS POÉTICA en 2017, que incluye una "Nota del autor" aclarando que "esta es la versión de Las horas muertas que considero definitiva".

Antes de comentar esta obra, voy a destacar algunos párrafos de la presentación que nos hace María José Flores Requejo, en el segundo libro que me han regalado, una antología, donde la antologista nos muestra un amplio y documentado panegírico sobre la obra de Bonald. Me ha interesado especialmente su vinculación con el Surrealismo:

"Un hijo o nieto descarriado, como le gusta definirse, del surrealismo -no sólo 'un sistema expresivo absolutamente decisorio, sino un modo de ser, un état d'esprit" ("Fábula y memoria: Antología en prosa y verso", página 18)

"...y que concibe la poesía, esencialmente, como...'un hecho linguístico que genera incluso por azar sus propios códigos iluminadores'" (ibidem, página 19)

"Un mundo literario, el de Caballero Bonald, plegado, siempre, y sólo, a la imaginación, para él, el mayor y más sutil de los sentidos, el que le permite indagar y penetrar -sin rehuir el hermetismo, llegado el caso-, de la mano de la intuición y la fantasía, de lo onírico y lo irracional, del pensamiento mágico y de la revelación poética (una de las causas de su acercamiento al surrealismo...)" (ibidem, páginas 21- 22)

"Y al cabo, siempre la belleza y la conciencia como una hermosa forma de insurrección y rebeldía, como un certero y hermoso ajuste de cuentas con el poder y sus abusos, con las trampas del tiempo, con lo ineluctable, con la realidad y con la vida" (ibidem, página 27)

Y ahora sí, voy a destacar unos pocos versos de "Las Horas muertas"

Empezaré con versos de un par de poemas que constituyen una verdadera declaración ideológica, de incisiva actualidad ahora que se están tergiversando tanto desde algunas instituciones los conceptos de "libertad" y "patria":

"Quemé la libertad y los papeles,

le puse un nombre único

a mi patria, fui desandando el tiempo" ("Modus Faciendi" de Las horas muertas, página 26) 

"Únicamente soy 

mi libertad y mis palabras" ("Diario reencuentro" de Las horas muertas, página 35)

El poema "El vencido" podría transcribirlo completo, porque es uno de los más desgarradores del libro, me recordó a  "El herido (Para el muro de un hospital de sangre)" de Miguel Hernández, versos contra la violencia, contra la injusticia, contra el olvido, en favor de la Memoria, de la Resistencia y de la Paz. Pero voy sólo a destacar algunos versos del poema:

"Miro su boca desde lejos, la palabra

de nadie para todos, crédula

y como condenada de antemano

a seguir amputándose

de paz"

"Lo seguiré, lo sigo viendo

ahora, escucho el resistente

chorro de su esperanza"

"...puro

como la libertad del que la calla" ("El vencido" de Las horas muertas, páginas 59 y 60)

Termino con los versos metapoéticos de "Todo, nada está escrito", Bonald nos define su propia voz, su propia génesis poética. Una génesis que tiene mucho que ver con el surrealismo:

"Quise buscar palabras, gritos

en estado de alerta, la materia

prima del sueño" 

"...¿Cómo

poder buscarme, merecerme

mi diaria renuncia, inculcarle

a mi sueño un alfabeto

puro?"

"Mi palabra no es mía, vive

nutriéndose, manchándose

de ajena vanidad..."

"... Tiempo, costumbre,

horaria soledad, estáis aquí

escribiendo lo que yo no sabría" ("Todo, nada está escrito" de Las horas muertas, páginas 63 y 64)

Lo que he leído no son horas muertas, son horas muy, muy vivas, horas de deseos y de denuncias, de pasado y de futuro. Volviendo a la presentación de María José Flores Requejo, "lo moderno y lo clásico se dan milagrosamente y, tal vez, fatal, inevitablemente la mano en los grandes escritores, y Caballero Bonald lo es". 

Una gozada para degustar con todos los sentidos. Incontables gracias a las familias de mi alumnado por hacerme este regalo tan vital, cultural, pedagógico, tan personal, tan único.

 

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