LOLA, RECUERDOS DE MI INFANCIA
El sábado 19 de junio fuimos a los Cines Princesa para ver esta película sobre la realidad trans dirigida y con guión de Laurent Micheli.
La actriz, Mya Bollaers, tiene actualmente 25 años, cuando se rodó la película (2019) tenía 23, e interpreta a una jovencita de 18. La rebeldía propia de la adolescencia la expresa de forma tan radical y creible que algún espectador (que haya olvidado ya sus tiempos adolescentes) puede pensar que vaya mala leche que tiene la tipa. A mí, que no me he olvidado de aquellos duros años, me pareció encantadora.
Pero sobre todo me pareció radical y realista porque me sentí identificado con la infancia de la protagonista, que se muestra en unas pocas y breves fotogramas de flashbacks, pocas, breves pero contundentes, incisivas, violentas. Ya he mencionado en repetidas ocasiones en mis blogs, y también en mis versos y en mis assemblages, que mi infancia no fue nada feliz, sufrí acoso, lo que ahora llamamos bullying, por parte de compañeros del colegio, por parte de niños del vecindario, por ese motivo tuve tan pocos amigos. Al ver las escenas de acoso en la película me sentí tan identificado que me sentí angustiado. Y ese sufrimiento infantil justifica que llegada la adolescencia reventemos, a veces de forma violenta, echando fuera toda la bilis que hemos ido tragando. No es mala leche es liberación. La escena de la rotura del escaparate me pareció un verdadero poema queer.
Por otro lado, y con la edad, cada vez comprendo mejor las actitudes de algunos familiares (en mi caso fueron mis tios). Es muy complicado para una persona de según que extracto social, económico, cultural, ideológico, religioso... aguantar precisamente esa explosión de la adolescencia en general y de la juventud LGTBIQ en particular. Me gusta que en la película la relación entre el padre y la hija vaya mejorando paulatinamente. Hay algún toque de humor queer como cuando el padre, que en principio había echado de casa a un hijo varón por ser homosexual, se encuentra con que ahora es una mujer y no sabe si sigue siendo homosexual por lo que le pregunta si es lesbiana. En cualquier caso entiendo que la realidad LGTBIQ de 2021 nada tiene que ver con la que yo viví a principios de los años 80. Pero también es verdad que no es lo mismo ser trans en una gran ciudad que en un pueblo, en cuya farmacia se quedan escandalizados porque evidentemente no tienen hormonas en stock.
Vaya que nos queda mucho por hacer, mucho por reivindicar, mucho por construir, mucho por escandalizar. Por eso el Orgullo no es "una fiesta señalada en la ciudad de Madrid" como ha declarado el alcalde Martínez-Almeida, sino una manifestación sociopolítica por los derechos humanos, por la libertad (nada que ver con el famoso eslogan de campaña electoral), por un futuro más feliz para la infancia y contra (radicalmente contra) las instituciones y organizaciones (incluidos partidos políticos y tribunales "supremos") que nos patologizan, excluyen, invisibilizan y restringen derechos.
Este año, para celebrar el Orgullo con Conciencia, no dejen de ver "Lola".
Trailer:
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