LA PARADOJA MAGRITTE ¿QUÉ PODÍA SALIR MAL?

El sábado 2 de octubre estuvimos intentando (y casi logrando) ver (y oir), en el Museo Thyssen, la exposición "La máquina Magritte".

Compramos las entradas con audioguía. Las locuciones sobre las obras se centran básicamente en relacionar las pinturas con los conceptos que llamamos "paradojas magrittianas", las cuales a su vez están baadas en interpretaciones de "Alicia en el país de las maravillas", el libro de Lewis Carroll, autor a quien, como bien se apunta en una de las locuciones, André Breton consideró un precursor del Surrealismo. El propio concepto de "paradoja" en realidad es un concepto matemático, y Carroll escribía en clave de lenguaje lógico- matemático. 

("Los encantos del paisaje" 1928) 

Para comprar las entradas hay que escoger un tramo horario, se supone que para evitar aglomeraciones, sobre todo teniendo en cuenta que seguimos en tiempo de pandemia. Al llegar, tras tomar las audioguías nos pusimos a la cola, eran las 6 menos cinco y nuestro turno era a las 6. Pero al entrar en la primera sala de la exposición nos encontramos que estaba abarrotada, imposible acercarse a los cuadros para poder disfrutarlos. Esto nos siguió pasando en varias de las primeras salas conforme avanzaba todo el "mogollón" de gente a la vez, después afortudamente empezó a despejarse conforme algunas personas iban avanzando más rápido que nosotros, las últimas salas pudimos verlas con más detenimiento y seguridad, y además coincidió que contaban con asientos donde poder sentarnos a escuchar tranquilamente las locuciones sin perder de vista las obras. 

Ignoro qué pudo pasar para que se concentrasen tantas personas en esas primeras salas. Tal vez un fallo en el sistema de expedición de tickets ("la máquina", ¿un título premonitorio y poco afortunado?). O tal vez un fallo del personal que debía controlar para que no entrásemos tantas personas a la vez en la primera sala. Seguramente una combinación de ambos elementos. Y fue una gran pena, porque cada obra de Magritte se merece un tiempo de reflexión, no sólo para descubrir o constatar la paradoja que contiene, sino, sobre todo, para deleitarse con la poesía de cada imagen. Porque cada obra es un poema visual. Y ya digo que esto no fue posible en las primeras salas, aún así logré acercarme a las que más me gustaban para fotografiarlas.

("Las memorias de un santo" 1960. basado en el Juicio Final de la capilla Scrovegni de Padua, pintada por Giotto)

Pero la gran paradoja de la visita fue que la multitud no solo nos impidió ver las obras, sino que también nos impidió ¡oirlas!. Porque el volumen de las audioguías es bastante moderado y sin embargo el ruido ambiental era escandaloso.  Había personas que hablaban tan alto que nos impedían oir la locución. Aseguro que no puedo recordar cuando fue la última vez que estuve en una exposición tan ruidosa, se lo comenté a Hilario y su respuesta fue que hablaban más alto en los bares. Esto me estuvo pasando hasta el último cuadro de la exposición, cuando la vigilanta, al ver mi gesto de fastidio y que tenía que taparme el otro oído para poder enterarme de la locución, le llamó la atención a una señora que estaba hablando como si estuviera en una manifestación, y eso que esa sala estábamos ya muy pocas personas. No sé hasta qué punto estas llamadas de atención al público se realizaron previamente, pero yo sólo lo ví claramente cuando estaba escuchando la locución del último cuadro de la exposición. ¿Que pudo fallar en este caso? La educación y el respeto hacia el arte y hacia el resto de las personas. Y es bastante grave porque incluso había niñas y niños que estaban "aprendiendo" de sus progenitores esta falta de respeto hacia las prójimas. Y hacia el arte. 

("Los paseos de Euclides" 1955, la paradoja matemática de los conos)

Por lo demás, desde luego la colección expuesta es magnífica y merece la pena verla, pero a ser posible en un día de diario. 

("La llave de los campos" 1936)

("El reino encantado" 1953)  

Una pintura muy para ilustrar un cuento infantil.

("Perspectiva I, Madame Recamier", 1951)

Esta obra no se podía fotografiar, ví el símbolo cuando ya había tirado la foto. Humor negro surrealista y antiburguesía.

("El principio del placer", 1937)

Es un retrato de Edward James, siguiendo una foto de Man Ray. La paradoja de que la luz que suele servir para que veamos mejor, en este caso sirve para ocultarnos el rostro del personaje. Recordaba esta obra de una exposición sobre Tesla.

("El gran siglo" 1954. La paradoja es que fue el siglo de los grandes descubrimientos, de las grandes revoluciones y también de las grandes guerras)

("El terapeuta" 1941)

En este caso la paradoja es que el ave, al igual que muchas personas, a pesar de tener la puerta de la jaula abierta, prefiere seguir enjaulada. Así como muchas personas renunciamos a nuestros derechos humanos a cambio de unas migajas de alimento (o sueldo, o vivienda).

("La firma en blanco" 1965)

Una de las más bellas obras de la exposición. Y una de las paradojas más evidentes. Los árboles ocultan al caballo y la persona, pero en realidad no las ocultan. Un impresionante dominio de las leyes matemáticas. Y una evidente realidad, porque todas podemos ver a  un caballo pasando tras los árboles de un bosque (al margen de que no sea necesario montarlo), pero desde luego pocas personas han podido retratar esa realidad. Además de ser de lo más surrealista es de una maestría excepcional. Y no sé porqué pero me recordó a "La primavera" de Botticelli.  

("El futuro de las estatuas", 1937)

La única escultura de la exposición.

("La noche de Pisa" 1958)

Un verdadero poema visual. Me decía Hilario que con la tecnología actual se podría enderezar la torre, pero en realidad la tecnología con más futuro es la poesía. ¡Y esta obra es de 1958!

("Los valores personales", 1952)

El mejor bodegón. A lo largo de la exposición también podemos estudiar desde una perspectiva pedagógica (deformación profesional) las diferencias entre paisaje, retrato y bodegón. Otra obra basada en "Alicia en el país de las maravillas".

("La habitación de escucha", 1958)

Continuación de "Los valores personales". Alicia tras beber de la botella y crecer hasta ocupar toda la habitación, exclama "There's no room to grow up any more here".

"Cascabeles rosas, cielos en jirones", 1930)

De esta obra reconozco que lo que más me atrajo fue el título. Desde luego es el título más poético de la exposición. 

Tras ver la exposición subimos a la primera planta del museo, donde se expone una selección de fotografías y películas domésticas realizadas por el pintor, por cortesía de Ludion Publishers. 

("El festín de piedras", 1942. Paul Magritte, René Magritte y Marcel Marien)

Por cierto que otro fallo más de la exposición: no hay ascensor, lo preguntamos al vigilante y nos dijo que no había. Y son bastantes escalones, una escalera no muy apta para visitantes de determinadas edades. Y desde luego ninguna opción para personas con problemas de movilidad y/o con silla de ruedas. Otra combinación entre la falta de "la máquina" y la organización de la muestra. Y es muy interesante, tanto por las fotografías, como, sobre todo, por las películas.

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Esta última imagen es la mejor. La protagonista se sorprende porque al ir a ponerle al marido el postre se encuentra la piel de plátano y mágicamente va "descomiéndose" el plátano hasta que está completo y se lo sirve al marido. De lo más surrealista y demuestra que Magritte también  manejaba magistralmente los trucos del montaje cinematográfico.
Es una gran pena que no sea accesible. 


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