LOS DOMINGOS DE CÁMARA 2

 

El domingo 24 de octubre he asistido al segundo concierto del ciclo "Los domingos de cámara", en el Teatro Real. Ha sido el primero, desde el inicio de la pandemia,  en el que el aforo de la sala se ha cubierto al 100 por 100, sin ninguna restricción. Desde que hace unas semanas se eliminó la obligatoriedad de reducir los aforos en los espectáculos, no había vuelto a asistir a ninguno, y la verdad es que la sensación ha sido de incomodidad. Aún me levanto cuando alguien se sienta en el metro pegado a mí y sigo procurando mantener distancias de seguridad cuando camino por la calle, cuando utilizo escaleras mecánicas y desde luego no entro en un ascensor con una persona desconocida. Y hoy el teatro estaba prácticamente abarrotado. Eso sí todo el mundo con mascarillas y la salida ha sido escalonada.
El programa ha girado en torno a la ópera Parténope que se está representando en el Teatro, y ha estado compuesto por varios autores que tienen en común que nacieron en la segunda mitad del siglo XIX, y compusieron las obras en la primera mitad del siglo XX, excepto la primera compositora, Consuelo Díez, nacida en 1958, quien compuso "Tentativ" en 1986. Por ese mismo motivo ha sido la partitura más contemporánea, me sonaba casi dadaista. Breve (9 minutos), pero intensa. Por cierto que la autora ha estado presente, sentada en un palco del escenario, y ha salido a saludar emocionada con las intérpretes: 
Me gustó sobre todo las notas de la flautista, Pilar Constancio, quien repitió escenario con la siguiente obra, "Sonata para flauta y piano, op. 94" de Serguéi Prokófiev (1891-1953), quien compuso la obra en 1942, en medio de la segunda guerra mundial. Y sin embargo es una obra colorista, con toques modernistas, muy alegre. Ha sido la composición que más me ha gustado. Ha sido de las más aplaudidas. Por cierto que el pianista, Duncan Gifford, también repetirá escenario en la última obra.
La tercera obra ha sido "Trío de cuerdas para violín, viola y violonchelo, op. 274", de Darius Milhaud (1892- 1974), quien la compuso en 1947. Quizás ha sido la que menos me ha emocionado, exceptuando algunos movimientos de Serenade, en general me ha parecido algo lenta, excesivamente melodiosa. Pero me han gustado las notas del violoncheloista, Mikolaj Konopelski.

El programa ha terminado con "«Kindertotenlieder», para mezzosoprano y grupo orquestal" de Gustav Mahler (1860- 1911). Se trata de poemas de Friedrich Rückert dedicados a la muerte de niños, a los que Mahler puso música entre los años 1901 y 1904. Como bien expresa el programa del concierto "Es difícil encontrar en toda la historia de la música un parangón a la sobrecogedora sensibilidad con la que Mahler envolvió estos textos". Tanto la voz de la mezzosoprano, Yeraldin León, como los instrumentos suenan elegiácos, a la vez que generosos y esperanzadores. El último poema, titulado "¡Con este tiempo!...", es el más expresionista.  Desde luego lo más sobresaliente es la voz de la mezzosoprano, sin embargo me ha parecido que algunos versos los ensordecía la música. En cualquier caso ha sido la obra que más me ha emocionado.
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Para terminar la mañana con broche culinario he comido en el Café de Oriente, junto a la chimenea, que aún la tienen apagada, pero que ya se apetece que la prendan.










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