TODAS LAS SANGRES (página PI)
Otra actividad lúdica, placentera y cultural que he podido hacer estas primeras semanas de vacaciones que he estado disfrutando con mis amig@s ha sido la lectura del libro "Todas las sangres" de José María Arguedas, que la familia de un@s alumn@s me regalaron el último día del curso. No he terminado la lectura pero ya he destacado algunos párrafos y puedo hacer una crítica al conjunto según lo ya leído. Voy por la página "Pi" (314) de 473 que tiene el libro, casi dos tercios leídos. Arguedas escribió este libro en 1964, un año después de mi nacimiento y trata de la sociedad en el Perú de esa época.
Lo primero que quiero destacar es la imagen de la portada de esta edición de 1982, un poema visual muy icónico y conceptual.
Empiezo comentando unos párrafos del prólogo escrito por Mario Vargas Llosa titulado "Arguedas, entre la ideología y la Arcadia" donde no sólo destripa el contenido de la novela sino que, principalmente, nos habla del autor, su ideología, sus prejuicios y sus contradicciones. Y entre ellas he destacado el machismo y la homofobia de Arguedas que Vargas Llosa expresa así:
"Los malvados suelen ser homosexuales. Hay una visión machista del sexo, que no es atributo sólo de 'Todas las sangres' sino prácticamente de toda la obra de José María Arguedas, y probablemente, algo de lo que él no tuvo conciencia clara. Sus grandes malvados son homosexuales. Lo fueron en 'El sexto', por ejemplo. Los rufianes de la prisión donde transcurre la novela, son todos pederastas. Lo es el malvado de su última novela, 'El zorro de arriba, el zorro de abajo', Brasqui, el industrial dueño de fábricas de harina de pescado. Y lo es en esta novela, por supuesto, el Zar, a quien vemos tratar de una manera equívoca, insinuante, a su principal colaborador, que tiene un apodo aterciopelado: Palalo" (página viii)
"Otro de los malvados prototipos de 'Todas las sangres' es un ingeniero, representante de la Wisther-Bozart, el ingeniero Velazco. Se trata, seguramente, de una fantasía sexual porque cada vez que un peón lo irrita, que un capataz no cumple sus instrucciones a la perfección, inmediatamente imagina un castigo para esta gente. ¿Y cuál es? Enviarlos a una prisión de Lima, el Sexto, y hacerlos violar por veinte negros" (página ix)
Para empezar quiero aclarar que difiero de Llosa en su identificación de homofobia con rechazo a la pederastia y la violación. Yo soy claramente queer, homófilo, pero también considero "grandes malvados" a los pederastas y violadores. Por otro lado, por el copyright entiendo que Llosa escribió este prólogo en 1980, quince años después de escribirse esta novela. Ya habían ocurrido los disturbios de Stonewall y había empezado a extenderse por el mundo la conciencia queer. No olvidemos que en España, concretamente no empezamos a liberarnos y manifestarnos hasta 1977 tras la muerte del dictador militarista que durante cuarenta años estuvo encerrando como "maleantes" a las personas LGTBIQ y torturándoles con electroshocks para supuesta curarles. Aún hoy en día hay jueces en España que consideran que la homosexualidad es una enfermedad curable. La década de los 80 fue la de más difusión de los derechos LGTBIQ como respuesta a la irrupción del SIDA y el silencio impuesto desde muchos estamentos políticos. Entiendo por ello la crítica de Vargas Llosa encuadrada en esos años. En las últimas páginas que he leído parece hacerse referencia a esa prisión de Lima a la que alude Llosa. En cualquier caso en la novela cada vez que se quiere denostar la actitud de un contrincante se utiliza como insulto la palabra "maricón". Y desde luego el heterosexismo está patente en todos los protagonistas varones que continuamente nos recuerdan sus experiencias sexuales, consentidas o no, con mujeres, especialmente con indias y/o esclavizadas. Y cuando digo todos los protagonistas incluyo a los "grandes malvados" pero también a los supuestos "buenos y piadosos ".
Antes de seguir destacando y comentando algunos párrafos del libro voy a transcribir un fragmento
del discurso de José María Arguedas en el acto de entrega del premio
Inca Garcilaso de la Vega, Lima, Octubre de 1968. que me ha enviado la madre de mis alumn@s:
"Dentro del muro aislante y opresor, el pueblo quechua seguía
concibiendo ideas, creando cantos y mitos. Y bien sabemos que los muros
aislantes de la naciones no son nunca completamente aislantes.
A
mí me echaron por encima de ese muro, un tiempo, cuando era niño; me
lanzaron en esa morada donde la ternura es más intensa que el odio y
donde, por eso mismo, el odio no es perturbador, sino fuego que impulsa.
Contagiado
para siempre de los cantos y los mitos, llevado por fortuna hasta la
Universidad de San Marcos (en Lima), hablando por vida el quechua, bien
incorporado al mundo de los cercadores, visitante feliz de grandes
ciudades extranjeras, intenté convertír en lenguaje escrito lo que era
como individuo: un vínculo vivo, fuerte, capaz de universalizarce de la
gran nación cercada y la parte generosa,humana, de los opresores.
El
vínculo podía universalizarce, extenderse; se mostraba un ejemplo
concreto, actuante. El cerco podía y debía ser destruido; el caudal de
las dos naciones se podía y debía unir. Y el camino no tenía por qué
ser, ni era posible que fuera únicamente el que se exigía con imperio de
vencedores expoliadores, o sea: que la nación vencida renuncie a su
alma, aunque no sea sino en la apariencia, formalmente, y tome la de los
vencedores, es decir que se aculture.
Yo no soy un
aculturado; soy un peruano que orgullosamente, como un demonio feliz
habla en cristiano y en indio, en español y en quechua..."
A lo largo del libro se van vertiendo continuamente palabras y conceptos quechuas, y muchas canciones en ambos idiomas. Se podria decir que el libro (intuyo que todos sus libros) homenajea a la cultura quechua. Desgraciadamente cuando estuve en Perú, en 2018, encontré muy pocos textos en quechua, da la impresión de que no se ha avanzado nada o incluso se ha retrocedido en derechos indigenistas y linguistas.
Y ahora sí, ahí van algunos párrafos escogidos de mi lectura que, dicho sea de paso, ya había compartido con mis amig@s por whatsapp:
Empiezo por lo que podría considerarse una declaración antimilitarista:
"Las guerras las han hecho las grandes potencias para repartirse el
aprovechamiento de las riquezas de los países débiles que no podían
hacerse respetar" (página 161)
Podríamos considerar que esta es precisamente la función de la OTAN. Y que, curiosamente, a los países que quieren "hacerse respetar" sólo se les ocurre unirse a la organización supramilitar, para seguir subyugando, explotando y empobreciendo al resto de países que no pasan por su política de defensa militarista.
Los siguiente párrafos tienen en común el lenguaje poético y naturalista, algunas páginas, no sólo las que he destacado, son claramente poemas en prosa
propios de un libro de poemas, más que de una novela. Como lector,
principalmente de poesía, son las páginas que más me están gustando.
"Junto mi casa-hacienda, en el río grande, hay unas piedras que los rayos
quebraron no sé en qué tiempo. Las caras que el rayo hizo en esas
piedras parecen nuevas; no han sido bien gastadas ni por las lluvias ni
por las crecientes. Allí, sobre esas superficies que están, parece,
nuevas, la luz de las cumbres se queda, reposa. ¡Yo la he visto mucho!
Lo áspero de la piedra retiene, pues, al sol agonizante. En sus granos
vive, dulce, y tranquilizando a todo corazón. Yo he llegado a la más
grande. Todo se enfría y se apaga pronto menos esa piedra, que escucha,
que sabe oir. Será el canto de mis torcazas y de los insectos que le
transmiten lo tibio de sus sangres. Tus ojos son del color de esa
piedra, Matilde; casi, casi tienen ese aliento" (página 120)
"llegó a la zona de los árboles; no eran grandes, pero abundaban: molles
cabezones y olorosos, lúcumos, cedros cultivados y canto de paloma sobre
todo, de calandrias; de la tuya negro-amarilla que limpia el pecho de
toda angustia o la ahonda mortalmente, cuando se pone a cantar para el
mundo desde la más alta rama de los lúcumos y de los pisonayes. La
sangre siente abrigo, como un sueño dulce en el fondo de estas
quebradas, cerca del ruido de los ríos grandes, que reciben el agua de
todas las nieves, manantiales y lluvias, y que corren como caballos
blancos o se aquietan como sirenas, según la inclinación o el remanso
del lecho. Corren entre paredes de abismos sonoros, que no se apagan,
sino que hacen brillar el canto de las aves y el tierno lenguaje de los
insectos" (página 184)
"Cuando por la noche salen a cantar estos puku-pukus, sus nidos se van
como helando, mientras ellos emiten esa voz tristísima con la que el
colono esclavo y todo hombre sufriente se compara en centenares de
huaynos, porque el puku-puku canta de hora en hora, como un péndulo que
midiera y ahondara la desolación, allí en el lugar donde es mayor que en
ningún otro sitio del mundo: la estepa y las cumbres de los Andes
peruanos, donde llegan, a la luz nocturna, palpitando, la superficie y
la hondura de los ríos y de los mares de sangre (yawar mayu, yawar
k'ocha) que guardan desde la primera lágrima humana hasta la última, y
el llanto de los cóndores que fueron abandonados por sus parejas" (página 213)
Termino esta entrada con el relato de una acción antimilitarista de Defensa Popular Noviolenta, frente a la violencia e injusticia militarista:
"Los seis guardias se alinearon, y alzaron sus rifles.
-¡Apunten! No al bulto. Poquito alto. ¡Fuego!
Las balas quemaron el aire sobre las cabezas de los comuneros. Pero ninguno interrumpió su trabajo, ni hombre ni mujer. Rendon Willka, ya administrador de la hacienda, observaba el campo desde una zanja poco profunda. Lo acompañaban David K'oto y el comunero que guió a los guardias hasta Paraybamba.
-¡Carago! (sic) ¡Bueno! ¡Paraybamba, bueno!- dijo Demetrio cuando vio que, según el acuerdo de los alcaldes y él, la comunidad ignoró la descarga.
-¡Otro, carajo! ¡Más abajo! -ordenó el sargento. Esta vez pronunció la unterjección a lo mestizo.
La segunda ráfaga tampoco produjo ninguna perturbación en la faena ni en los cantos; sólo los niños se echaron a gritar, sin moverse. Estaban detrás de los guardias.
-¡Sargento! Parecen más hombes que los de Celendín. ¡Quién lo creyera! -exclamó Pedraza-. ¡Más hombres! ¡Las mujeres! ¡Quién lo creyera!
-¡Tumba a uno! -ordenó el sargento al ayacuchano.
-No se aloque, mi sargento. Mande llamar al alcalde. Seguro que ha de venir. Usted no ha presentado la orden a la comunidad. El subprefecto no dijo que matara a la gente pacífica -dijo Pedraza, y dio unos pasos hasta ponerse frente al sargento. Este sudaba, sus carrillo se habían hundido.
(...)
-¡Alcalde, mandos. orden del "Gobierno"! Preséntense donde el señor sargento -pregonó el ayacuchano, en quechua.
-Ese es don Pedraza. Tiene corazón. No sé cómo será, pero tiene corazón- dijo Demetrio.
El ha detenido los disparos. Seguro el sargento es mestizo odiador. ¡Ya sabes! En la cárcel, si te llevan a Lima, van a querer hacerte... lo que te he dicho. LLeva cuchillo. Mata, destripa a los zambos y diablos que quieran... ¡No te harán nada! Esos conocen el ojo de la gente.
Los cuatro regidores se encaminaron hacia los guardias y Pedraza.
(...)
-Nos días, señor "Gobiernos" sargento -saludó el viejo y, como él, los cuatro regidores se quitaron el sombrero.
-¿No has oído los disparos? -preguntó el quechua el sargento.
-Hemos oído -contestó el anciano.
- ¿Y porqué no hiciste caso?
-Bala no habla, pues, señor "Gobiernos" . Mata de cualquier parte.
-¡Ah! Tú querías que te hablaran.
-Sí, señor "Gobiernos". El hombre habla: "Gobiernos" habla. Bandoleros matan sin hablar, de noche. (páginas 309- 310, no he transcrito el texto completo, he marcado espacios los no transcritos con el símbolo (...)
Como ya anuncié, en estos párrafos parece que se hace referencia a las violaciones en la prisión de Lima, pero sin especificarlas, se dan por sobreentendidas en esos puntos suspensivos, he destacado en negrita las frases.
Como le comenté por whatsapp a la familia que me lo regaló, concluyo que todo el libro es un elogio a las poblaciones que conforman el Perú y especialemnte al quechua como pueblo y como lengua, Y una crítica a las empresas extranjeras que se han ido apoderando de las riquezas mineras del país.
Otro aspecto que estoy descubriendo entre líneas es una subliminal exposición de lo que fue, en los años en que se escribió el libro, la llamada "Teología de la Liberación". A los personajes que defienden los derechos de los indios se les acusa de comunistas y ellos se defienden asegurando que no son comunistas sino católicos. Esa conjunción ideológica y cultural entre la defensa de los derechos humanos y el culto religioso conformó la Teología de la Liberación.
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