ESTO NO SE DICE Y SEGUIMOS DEBATIENDO SOBRE LA PROSTITUCIÓN
El viernes 4 de noviembre, invitado por mi amiga María, estuvimos en la Fundación Telefónica en la presentación del libro "Esto no se dice" de Alejandro Palomas.
Empiezo por destacar que me llamó la atención que en un par de ocasiones durante la presentación, Alejandro Palomas hablara de activismo contra los abusos a "personas humanas y no humanas". La primera vez supuse que había sido un lapsus y que se referia a seres sintientes humanos y no humanos, pero al repetirlo me hizo reflexionar.
A veces la presentación y/o lectura de un libro (o ver una película, una obra de teatro u ópera, una exposición, o asistir a un concierto) genera un debate posterior durante la cena que puede derivar por derroteros alejados del tema la presentación. En nuestro caso terminamos hablando, y no es la primera vez, sobre la regulación o abolición de la prostitución.
Las prostitutas son personas humanas, pero a menudo han sido deshumanizadas por el resto de la sociedad. Siempre pongo el ejemplo de las transexuales que durante décadas, posiblemente siglos, han ejercido la prostitución, tras haber sufrido en muchos casos abusos sexuales y acoso en la infancia, haber sido expulsadas de casa y haberse encontrado desarraigadas, sin familia, en la calle, sin haber terminado los estudios y sin posibilidad de acceder a un empleo digno, una vivienda digna, una sanidad pública digna. Durante décadas han sido víctimas de agresiones y violaciones por parte de clientes y de grupos de fascistas y de persecuciones y vejaciones por parte de las fuerzas del "orden público". Y en los años de la pandemia del SIDA
fueron víctimas de serofobia, tuvieron dificultades de acceso a la
prevención y a los tratamientos.También los chaperos que tras ser expulsados de casa por maricones, y seguramente tras haber sufrido también abusos y acoso en la infancia, se han encontrado en la calle en idénticas condiciones que las transexuales y han sido víctimas de idéntica violencia. Violencia patriarcal, machista, homófoba, transfoba.
Claro que lo ideal es la abolición y que todas las mujeres y hombres tengamos acceso a un trabajo digno y a una vivienda digna. Vivimos en un planeta que tiene suficientes recursos para acabar con el hambre en el mundo. Pero mientras tiramos la mitad de la cena a la basura seguimos poniendo trabas para dar asilo sociopolítico a las personas inmigrantes que huyen de hambrunas, violencia, guerras, y persecuciones por ser, entre otras razones, maricones, bolleras o transexuales. Mientras enviamos armas a una zona que libra un conflicto bélico no queremos reconocer como refugiadas a las personas que desertan y objetan en conciencia a la guerra.
Claro que ninguna mujer ni hombre nace queriendo prostituirse, pero al menos si la sociedad les aboca a hacerlo creo que una forma de humanizarlas es darles protección jurídica, sanidad pública, protección frente a agresiones. Y sobre todo considero que deben tener el mismo derecho que el resto de la sociedad a no ser perseguidas. No estoy de acuerdo en que, como dice mi amiga, legalizar convierta al Estado en proxeneta, legalizar implica que el Estado deja de perseguirles y que se les trata como personas humanas.
La actual Ley Trans pretende precisamente que se asuma desde la primera infancia que las personas transexuales son también personas humanas y deben tener los mismos derechos que el resto de niñas y niños. Precisamente también en la presentación del libro Alejandro Palomas habló de los derechos de la infancia y esta ley amplia esos derechos a la infancia trans. Para que tengan las mismas oportunidades de acceso a la educación pública, a la sanidad pública. Para protegerlos de abusos, acosos, persecciones y que al llegar a la edad adulta tenga las mismas opciones de acceso a un empleo digno y una vivienda digna. Para que no se vean abocadas a tener que ejercer la prostitución. Y sin embargo hay colectivos de mujeres que se autodenominan "feministas" pero que a la vez que reivindican la abolición de la prostitución se oponen a los derechos trans. Contradicciones que les acercan a los posicionamientos nacionalcatólicos, patriarcales, machistas y LGTBIQfobos.
Por eso ya en un congreso de CCOO, al que asistí como consejero, me abstuve en la votación de una resolución en favor de la abolición. Y sigo absteniéndome, seguiremos debatiendo.
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