DOMINGOS DE CÁMARA 4
El domingo 19 de marzo estuve en el Teatro Real disfrutando del cuarto concierto de cámara de esta temporada.
Así como en otros conciertos suelo comentar que el interés iba en crescendo y en algún caso en decrescendo, en este caso el interés fue prácticamente sostenuto.
Me entusiasmaron sobre todo las dos primeras obras, la última es menos de mi gusto, pero aún así tiene movimientos y momentos que me parecieron muy animados.
La "Paráfrasis sobre Eugenio Oneguín para flauta y arpa" de Chaikovski, es un verdadero poema musical, voy a transcribir parte de la presentación que hacen en la hoja de sala que, creo, confirma mi impresión: "El lirismo y la belleza originales de la pieza chaikovskiana resisten incólumes a esa infinita cadena de reapropiaciones (se refiere a las versiones, adaptaciones y arreglos de otros autores), demostrando una vez más que el verdadero genio resplandece más allá del capricho de los virtuosos". Y desde luego la interpretación fue deliciosa, con un elegante arpista que movía los dedos como tejiendo versos y una flautista que ponía el contrapunto y la contemporaneidad (incluso en el vestir) a una pieza intemporal. Una delicia para empezar el concierto.
El "Trío con piano" de Shostakovich, fue la obra más contemporánea del concierto, y estaba programada en torno a la ópera que se está representando estos días, "La nariz", del mismo autor. Me encantaron los cuatro movimientos, todos muy alegres, como danzas, con ritmos trepidantes en las conversaciones entre el piano y el violín, dulcificados con los acordes más líricos violonchelo, a pesar de ser una obra fúnebre. Incluso el tercer movimiento "largo" y el final "alegretto", los más luctuosos, que muestran una angustia pero con tintes esperanzadores, empiezan con unas campanadas fúnebres interpretadas por el piano, pero que el violonchelo vuelve a dulcificar. Respecto al tercer movimiento la hoja de sala nos referencia que "fue interpretado en 1975 en el funeral público celebrado en l Gran Salón del Conservatorio de Moscú en honor del compositor, mientras cientos de personas desfilaban junto a su ataúd en señal de duelo". Algunos acordes del violín me recordaron a las pinturas de Marc Chagall y me imaginaba a sus violinistas danzando flotando por cualquier esquina de sus cuadros. Después leí en la hoja de sala que "Punzante y desgarrado, pues su finale -una danza de la muerte- se inspiró en reportes de los campos de exterminio nazis según los cuales los guardias de las SS habrían obligado a los prisioneros a bailar sobre las tumbas de los suyos". Fue la obra que más aplausos recibió y algunos "bravos", en estos conciertos de cámara el público no suele (solemos) ser muy entusiasta a la hora de vitorear.
Como digo la última obra, el "Quinteto con piano" de Brahms, ya me interesó menos. Es una obra bastante animada, estuvo muy bien interpretada, pero me pareció que se notaba mucho la diferencia de tiempo histórico, como que quedaba algo antiguada al ser interpretada después de la de Shostakovich. Aún así se notaban algunos acordes discordantes con connotaciones contemporáneas y unos finales explosivos ya que como aclara la hoja de sala es "Un cóctel que no descarta pequeñas dosis de experimentalismo armónico o de simplicidad "húngara" -patentes ambas en el último movimiento-, todo ello sometido a un implacable sentido de la forma que tiende a convertir el final de cada movimiento en una inapelable catarsis". Y realmente los finales era lo más impresionante y que incluso más relacionaba esta obra con la de Shostakovich.
En general, como siempre, lo pasé muy bien. Cada vez disfruto más de la música.Por cierto que para la ocasión estrené un chaleco que me ha regalado mi amiga Lola.
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