LAS GUERRAS DE NUESTROS ANTEPASADOS

El viernes 10 de marzo estuve con Hilario y con unas amigas y amigos en el Teatro Bellas Artes emocionándonos con esta obra de Miguel Delibes, adaptada por Eduardo Galán e interpretada por Carmelo Gómez y Miguel Hermoso.

Aunque en realidad la obra la lleva casi en exclusiva Carmelo Gómez en una suerte de monólogo entrevistado. Una interpretación digna de un actor de 61 años, consagradísimo, que ya ha ganado dos  Goyas y del que he visto muchas de sus películas y obras teatrales. Podría citar al menos películas como "Bajarse al moro" (Fernando Colomo, 1988) que además de en el cine he visto varias veces en televisión, "Territorio Comanche" (Gerardo Herrero, 1996), "El perro del Hortelano" (Pilar Miró, 1996), "El método" (Marcelo Piñeyro, 2005). En teatro le recuerdo en "La cena" (Josep María Flotats, 2004) y en algunas otras que no recuerdo los títulos. 

Cuando compro personalmente entradas para el teatro suelo escoger primeras filas de platea porque tanto Hilario como yo somos "duros de oído", pero en esta ocasión las entradas las compró una amiga y estuvimos en el anfiteatro, peor para nuestros oídos pero mejor para nuestras rodillas porque en este teatro la platea está dos pisos de escaleras bajo el nivel de calle, mientras que el anfiteatro está solo a un piso bajo el nivel de calle. 

No tuvimos muchas dificultades para oír aunque el papel requiere una expresión bobalicona y/o "pueblerina" que obliga al actor a distorsionar su voz y eso sí dificultaba un poco la audición. Pero lo más relevante son los giros, expresiones, modismos, lo que el mismo personaje llama "palabros" propios de la zona castellanoleonesa de la que era originario Miguel Delibes y es originario Carmelo Gómez. En numerosas ocasiones me quedaba pasmado en medio de una expresión por la palabra utilizada, en la mayoría de los casos son palabras que se comprenden aunque no sean de uso común (también es verdad que el uso común es cada vez más reducido), en otros casos se tiene que deducir del contexto, pero en cualquier caso es un texto muy rico y colorista.

La historia que nos cuenta tiene mucho de pacifismo, de rechazo a la violencia, de crítica al hecho de que si matas a una persona vas a la cárcel pero si matas a miles te ponen una medalla. Y en ese sentido es muy recomendable en estos tiempos en los que parece que las guerras cada vez preocupan menos a las ciudadanías. Precisamente lo comenté el domingo siguiente con una de las amigas con las que fui a ver la obra, tomándonos unos vermuts en la terraza del Hotel Riu mientras observábamos a un grupo de de ucranianas y ucranianos (más mujeres que hombres, todo hay que decirlo) que se manifestaban en la Plaza de España. He estado en dos manifestaciones contra la guerra y la afluencia de manifestantes ha sido excesivamente reducida para la gravedad del tema. Y seguimos armando de diversas formas a los dos principales contendientes en lugar de buscar soluciones diplomáticas, sociopolíticas o al menos distendentes (no sé si esta palabra existe, el ordenador me la subraya en rojo, pero creo que es lo que necesita el mundo, distensión y personas influyentes que busquen soluciones que distiendan, ahora que está tan de moda eso de ser "influyentes")

Otro aspecto reivindicativo del texto es el hecho de que todas las personas tenemos un punto de locura, por lo que el protagonista no quiere ser juzgado como loco para evitar la condena ya que no se considera diferente al resto del mundo. Todas y todos podemos ser hipersensibles a determinados temas sociales o aspectos de nuestras vidas, pero ser absolutamente insensibles a otros, y no necesariamente coincidimos con las mayorías, ni tenemos porqué coincidir. Es lo que ahora se llama "orgullo loco".

En fin, hay mucho más en la obra, pero sobre todo mucha interpretación de Carmelo Gómez, modulaciones de voz,  expresión corporal, sensaciones, emociones, sorpresas, reivindicaciones... y realidades duras y amargas. Un premio Max seguro.

Muy recomendable.


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