BLUE JEAN. POLÍTICA Y SOLIDARIDAD

El sábado 8 de abril estuvimos en los cines Embajadores para conmocionarnos con esta película dirigida y con guion de Georgia Oakley.

Y protagonizada por Rosy McEwen quien ha ganado por su interpretación el premio a la mejor actuación principal en los British Independent Film Awards. 

Es la primera vez que hemos ido a los cines Embajadores y lo hicimos porque la película solo la proyectan en ellos y en los Princesa, pero ya a la hora en que solemos cenar. La sala es muy pequeña, ni siquiera pude elegir la fila 7 a la que estamos acostumbrados porque solo tiene 6 filas, lo mejor es que las filas están escalonadas por lo que nunca una persona alta que se siente delante va a dificultar la visión. Excepto las dos primeras filas que están demasiado cerca de la pantalla, el resto estaba lleno. La mayoría de las espectadoras eran mujeres.

La historia que nos narra se ubica en el año 1988 cuando el gobierno de Margaret Thacher dictaminó una ley que incluía una clausula específica que prohibía que se presentase, por parte de las instituciones, la homosexualidad como algo positivo. Y esto afectaba especialmente a la educación.

A riesgo de hacer spoiler tengo que destacar dos contenidos muy importantes del guion. Por un lado se hace referencia a las acciones de resistencia noviolenta del colectivo LGTB contra esta cláusula, que incluyen manifestaciones y acciones directas de denuncia. Y por otro la solidaridad dentro de la comunidad lésbica con un fondo económico para cubrir casos en los que una lesbiana sin recursos era expulsada de su casa o tuviera alguna necesidad específica, fondo aportado por lesbianas con recursos, con trabajos fijos remunerados. 

En un momento de la película la protagonista le dice a su pareja: "No todo es política", a lo que su pareja le responde "Claro que sí lo es". Porque política es esa ayuda solidaria entre la comunidad LGTB y política es la función que tiene una profesora de instituto para que todas sus alumnas tengan un lugar en el mundo, especialmente esa alumna rechazada por la institución, la profesora como modelo, como espejo en el que reconocerse. O al menos persona que comprende y apoya. 

Muy importante la idea de ser un espejo en el que reconocerse. En una escena la protagonista le está leyendo a su sobrino el libro de las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas, pero en varias escenas aparece la protagonista vista a través de espejos. Como Alicia, como una mujer que vive en un tiempo histórico de contradicciones, de enigmas y retos vitales, de conflictos y búsqueda de la identidad.

Esos fueron los años en que yo aterricé en Madrid, años de las primeras manifestaciones LGTB y de las primeras acciones del Movimiento de Objeción de Conciencia. Años del COGAM, tengo que agradecer a los compañeros de este colectivo el haber obtenido mi primer trabajo con contrato (y no como maestro). Y también fueron los años del SIDA, cuando se culpabilizaba a la comunidad LGTB de crear y propagar la pandemia por ser desviados, (queer), por ser pecadores. En la película no se menciona el SIDA pero curiosamente aparece (durante pocos segundos) un cartel alusivo en los despachos de tutorías del instituto. 

Por supuesto es una película muy recomendable. Y no  solo para mujeres y para quienes no creamos en el binarismo, sino para toda la ciudadanía. 

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