LA PINTORA PELIRROJA VUELVE A PARÍS
El 10 del corriente publiqué una entrada en este blog en relación a unos libros sobre Remedios Varo que había comprado unos días antes en la Librería Marcial Pons. Ahora he terminado la lectura de la novela "La pintora pelirroja vuelve a París" escrita por Ara de Haro y editada por Alianza Editorial.
Me ha emocionado porque es una novela biográfica sobre la vida y obra de Remedios Varo, muchos de los detalles que se reflejan en la novela los acababa de descubrir en "El tejido de los sueños", especialmente en la introducción en la que Isabel Custells nos hace un completo repaso biográfico de la pintora y su entorno. Además me ha hecho ilusión volver a releer nombres de poetas y pintores de los años 30 cuyas obras sigo admirando, por ejemplo la obra de Manuel Viola. La última obra de arte que adquirí, en noviembre de 2020, fue precisamente de este pintor. Y, claro, me han reconfortado las referencias al antimilitarismo de los integrantes del grupo surrealista.
Como siempre, voy a transcribir y comentar algunos párrafos que me han llamado más la atención:
"Cuando sientes que viene, que todo se tambalea, métete en un café, es el mejor remedio del mundo. Aquí, en París, en el remedio perfecto" (página 11). Supongo que los diálogos del libro son ficción de la escritora, pero me ha gustado mucho esa figura literaria de utilizar el concepto de "remedio" dirigiéndose a Remedios. Y puesta en boca del poeta Benjamin Péret.
"Su padre: los peces le salían por los ojos y la boca, parecía que reía o sufría terriblemente. Las algas le hacían cosquillas en sus inmensas orejas, y se agrandaban hasta comerle la cara, ahora solo quedaban las nalgas, y luego, se iba reduciendo a los pies, pies de una escultura vacía, y volvía a ser un gigante malvado que la perseguía con furia" (página 12) La poética dentro de la biografía. Hay otros párrafos también poéticos de los que ya transcribiré alguno. Todo el libro está escrito con un estilo narrativo muy lírico y en algunos casos como este muy surrealista. Se supone que está narrando una pesadilla, sin embargo no parece que se trate de uno de los sueños escritos por Varo, o al menos no aparece en "El tejido de los sueños", por lo que entiendo que es ficción surrealista de la escritora. También me ha gustado el detalle posiblemente automático de empezar el párrafo hablándonos de las "algas" y finalizar con "ahora sólo quedaban las "nalgas". Asociación surrealista de ideas.
"El Poeta preparaba su única especialidad culinaria, en alguna de sus muchas variantes: sopa al claro de luna... Era una comida, pero también una poesía y una obra de arte surrealista. Es decir, un experimento cuyo resultado podía, por lo tanto, tender a lo inesperado" (páginas 15 y 16) Me ha recordado a la revista "Cuadernos de poesía Menú" de mi amigo Juan Carlos Valera, y a cuando, hace más de treinta años, organicé un taller de poesía con los cinco sentidos en el local del colectivo LGTB Cogam. Ilustro este comentario con una imagen de la exposición de Cuadernos de Poesía Menú en la Casa de Melilla.
"Su bellísima cabeza parecía haber sido modelada para ser la proa de los barcos más audaces y brillantes; sus cabellos rizados formaban una aureola divina en torno a él, el halo de una medusa incandescente; sus ojos oscuros y árticos, siempre perdidos en una cercana lejanía, le daban aspecto de triunfante, aun cuando estaba concentrado o triste o vencido. Además, la marcada masculinidad de su mirada y su nariz contrastaban con sus labios femeninos; era híbrido de aspecto, como un enigma natural" (página 19) La descripción de Bretón, además de poética y surrealista es muy trans, muy queer.
"Ese extranjero, un hombre de perfil de pájaro, ojos verdes, cuerpo esbelto y bien proporcionado, tenía un nombre de héroe de novela romántica improbable y llevaba consigo, como si fuese un animal de compañía, la niebla espesa que hace necesaria una gabardina en las películas de detectives: Victor Brauner" (página 41). Otra deliciosa descripción.
"Entonces amenazó con matar a Péret cuando volviese (el que amenaza es Esteban Francés). Remedios, con mucha paciencia, le explicó que, en París, ese tipo de cosa era considerada de mal gusto y vulgar, una paletada, totalmente primitiva y hasta risible" (página 29). No sé cuanto de realidad y cuando de estereotipo tiene el hecho de presentar a los españoles como muy violentos y a los franceses, especialmente Péret, como los más pacifistas. En cualquier caso los españoles habían salido de España huyendo de la guerra y la violencia.
"El Poeta...había salido de madrugada para distribuir unos pasquines que él mismo había redactado, logrado imprimir y quizás incluso pagado, en contra de una guerra que parecía cada vez más próxima e inevitable" (página 35). Lo que sí está documentado es la implicación activista de los surrealistas en contra de la II guerra mundial.
"El Poeta creía que la necesidad de predicar el pacifismo era evidente y estaba dispuesto a defender esa opción hasta el final. La guerra mataba a los soldados, a la plebe; era un asunto de ricos que pagaban los pobres" (páginas 35 y 36).
"La situación se hacía cada vez más angustiosa. A Péret lo habían reclamado para incorporarse a las filas del ejército francés en su ciudad natal, Nantes. Ambos sabían que, si no iba, irían a detenerlo. Mientras, él hacía un hatillo con los objetos imprescindibles y los libros que se llevaría, e incluso calculaba mentalmente los ejemplares que su nueva situación le permitiría escribir, probablemente desde la cárcel" (página 68) Se estaba preparando para desertar. Recuerdo que cuando me juzgaron por insumisión, un compañero del Grupo Surrealista de Madrid, iba a testificar y había preparado un discurso sobre Péret, pero la jueza le rechazó como testigo.
"Péret le había dicho: "Si te detienen, lo mejor es no comer, quedarse en un estado de máxima debilidad. Bebe, pero no comas. Así, si te torturan, te desmayarás y no podrán nada contra eso. La debilidad será tu mayor fortaleza" (página 102). En "El tejido de los sueños" hay una referencia a cuando Varo estuvo prisionera, momento muy duro de su vida del que no le gustaba hablar nunca, pero que está documentado.
"Luego supo que eran cuáqueros; patrullaban el barrio desde que se había instalado el centro de la Gestapo en esa zona y se llevaban a la gente que encontraban en apuros, gravemente herida o moribunda. A muchos los ayudaban a morir sin dolor; con ella, sin embargo, habían llegado a tiempo para salvarla" (página 106). Los cuáqueros han sido siempre la principal iglesia cristiana que ha apoyado el pacifismo y la resistencia a las guerras. Los cuáqueros fueron de los primeros grupos que propusieron la objeción fiscal a los gastos militaristas. En
1937 las organizaciones cuáqueras constituyeron la Comisión
Internacional para la Ayuda a los Niños Refugiados de España. En 1947, los cuáqueros representados por el Friends Service Council británico y el American Friends Service Committee estadounidense recibieron el Premio Nobel de la Paz.
"Pronto Victor se iba a convertir en ese terrible peligro que toda mujer inteligente debe ser capaz de identificar lo antes posible para huir de inmediato, un hombre sol" (página 46). Continúan otros calificativos, pero me interesó y subrayé exclusivamente éste porque me recordó a "el hombre vestido de sol", mi hombre vestido de sol, que todas mis amistades y familia ya conocéis.
"En ese tiempo no era normal llevar el pelo suelto sin más. Los sombreros, diademas, turbantes y recogidos varios, eran de rigor. Sólo las chicas muy jóvenes, o las prostitutas, lo llevaban suelto. O también así aparecían las mujeres ahogadas que se habían "caído" al río" (página 50). El párrafo me ha recordado a las mujeres de la vanguardia española, como Maruja Mallo, que se quitaron el sombrero en público porque consideraban que ese casco les constreñía las ideas. El hecho de aparecer entrecomillada la palabra "caído", da a entender que se trataba de mujeres asesinadas. Tal vez precisamente por su actitud activista y liberadora.
EL ARTE COMO SINÓNIMO DE ACTIVISMO POR LAS LIBERTADES
"Pero había superado su miedo, había decidido que, si los alemanes entraban en París, prefería morir a aceptar la desaparición y la degradación de todo aquello que era importante para ella, la cultura de la libertad y de la justicia, la cultura de la República... Se sintió libre y afortunada como si esa tarde le hubiesen regalado la vida y la noche, más que nunca consciente de la alegría de estar viva, de ser artista, de amar y ser amada" (página 65). Me he sentido totalmente identificado, la poesía y el arte no son, no deberían ser, cosas "bonitas", colores "decorativos", "palabras que riman". Cuando alguien, refiriéndose a un poema o una obra pictórica mía, la califica de "bonita", me parece que es un fracaso.
"Cuando Victor volvió, traía naranjas, cuyo bello contraste contra el azul del mar convirtió la habitación en un cuadro de Matisse. -¿Dónde has estado? -le preguntó ella" (página 80). Esta referencia me recordó el libro antológico de poemas de Pedro García Cabrera, "A la mar fui por naranjas", uno de mis primeros referentes poéticos. Cabrera fue un poeta republicano y algunos de los poemarios de la antología fueron escritos desde la cárcel. Esa no fue desde luego la respuesta de Victor, pero bien podría haber sido.
CARNAVAL BAJO LAS BOMBAS
"Durante siete meses los surrealistas jugaron a un juego de vida o muerte. Todos se colocaban las máscaras de un carnaval alegre y disimulaban el riesgo mortal en el que estaban... Todos, ellos y ellas, decidieron convertir la espera en una fiesta, la del final del mundo. Organizaron concursos y bailes, fabricaron caramelos y pintaron un famoso tarot" (páginas 108 y 109). Este último pasaje que voy a comentar me ha recordado un episodio que me contaron recientemente realizando una ruta hernandiana por Madrid. El guía
nos explicó que hay un mito sobre que Miguel Hernández era homófobo pero su amistad y trato íntimo con Vicente Aleixandre, según él, lo desmiente. La razón por la que se le considera
homófobo es unos exabruptos que le dijo a Luis Cernuda cuando, en pleno
conflicto, tras volver de estar cavando unas trincheras en el Parque
del Oeste, se encontró a Cernuda vestido de Arlequín y una serie de
amigos en una fiesta de disfraces, Hernández se enfadó porque no podía entender ese comportamiento con lo que estaba sucediendo y les gritó que
allí solo había "putas, hijos de puta y maricones". Se dice que María
Teresa León de dio un buen puñetazo. Como ya repuse cuando publiqué la entrada sobre ese evento en este blog, no tengo nada claro que el hecho tan común de "tener un amigo marica" exima de ser homófobo. Pero es curioso el paralelismo de la fiesta de disfraces en pleno conflicto en España y el carnaval en el París ocupado. Necesito leer más y reflexionar más sobre la razón de este comportamiento de algunos artistas surrealistas y de las vanguardias.
Comentarios
Publicar un comentario