SOBRE MUJERES II (FIN DE LA TRILOGÍA DE FOMENTO HISPANIA)

Pues sí, ya he terminado la lectura del tercer libro de la trilogía, lo mejor de estos libros es que se leen rápido. Voy a destacar algunos textos por año de certamen y como el libro empieza por la convocatoria de 2022, por ahí voy:
Para empezar, y de forma "transversal" diré que en todas las convocatorias, al igual que en la actual, cuya entrega de premios fuimos a ver María y yo el 5 de octubre, ceremonia en la que nos regalaron estos tres libros, hay relatos en los que la historia es narrada en primera persona por un protagonista de sexo contrario al del escritor. Ignoro si ha sido una estratagema para que el jurado no supiera realmente el sexo de la persona participante, toda vez que los relatos se entregan con pseudónimo. Así, hay varios textos escritos por hombres en los que se presentan como mujeres, pero también hay uno en el que la escritora es mujer y se presenta como hombre. 
En el año 2022 hay algunas narraciones que me han interesado como la de Celia dos Santos, "Córvida", especie de cuento de terror o de humor negro basado en el refrán "cría cuervos y te sacarán los ojos", me hizo gracia.
En "Qué le ciega a usted", la escritora Eva Barro hace un valiente alegato de denuncia del sistema judicial machista: "-¿Pretende darme lecciones? -A buenas horas. Las habría necesitado cuando, hace meses, después de la primera detención, dictó usted juicio de faltas y me lo metió otra vez en casa, con una multa de trescientos euros que me pagó en golpes (sic). A mí me cegó la ira, sí señor, ya se lo ha dicho. Lo que no sé es qué cosa le ciega a usted" (página 29. Entiendo que la escritora quiso decir "que me cobró en golpes", no sé si es errata, error o falta de experiencia literaria). Lo estamos comprobando a diario, cuanto más feministas son las legislaciones, más machista es la judicatura que se escuda incluso en esa legislación para acortar las condenas de maltratadores, abusadores y violadores. Y que conste que yo soy anticárceles.
Del año 2021 destaco "Los calcetines", de María Pérez. Una crítica mordaz a la religión y la resignación cristiana, narra la historia de una mujer cuyo marido abusa de su hija, pero ella sigue los consejos de su confesor: "Hija mía, Dios pone las pruebas más difíciles a los escogidos. Ten fe y confía. Y, sobre todo, que lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre. En la oscuridad y el tacto, juntó sus dedos mientras apretaba las desgastadas cuentas del rosario. El mantra de las avemarías, poco a poco, le fue consolando hasta encontrar su paz interior. Resignación cristiana para acallar su dignidad humana. Lo importante es que ella sabía comportarse como una esposa buena y comprensiva con las debilidades de su marido. Si esa era la voluntad del Señor, quién era ella para desafiarla" (página 50). Afortunadamente ya cada vez hay menos mujeres que sometan sus valores, sus voluntades y su dignidad a los designios machistas de los confesores. 
Varios aspectos me han gustado de "Fractura", de Yesenia Serpa. Para empezar una nueva errata "creativa" rodariana: "cuando Rebeca Ariza se quedó con su piel entre las uñas, en un intento fallecido por defenderse" (página 57). Evidentemente la escritora quiso decir "intento fallido", pero lo del "intento fallecido" a mí me daría por lo menos para título de una novela policíaca.
Pero lo más relevante del texto es su carácter antimilitarista. Trata de los conflictos entre guerrillas y paramilitares en Honduras, no nombra el país, pero habla de la ciudad de "La Esperanza".  Es reseñable la frase: "Aquello fue una masacre de piel entre amasijos de acero y hierro. Entre las leyes de unos y los ideales de otros. Y en medio, los civiles. Víctimas colaterales en la lucha por el poder, aunque poco le importe a la historia" (página 58). La verdad es que siendo (o considerándome) antimilitarista no acabo de estar completamente de acuerdo con esta frase. Desde luego desconozco los detalles del conflicto y no he logrado encontrar en la web referencias a "los líderes de las Fuerzas Independientes Renovadoras" (ibidem), a  "Saúl Díaz, exjefe de las FIR, ahora político y portavoz" (ibidem), a "la delegación zolana" (ibidem) ni al "Gobierno cibano" (ibidem). Pero el hecho de diferenciar entre "leyes de unos" e "ideales de otros", da idea de que hay un colectivo que lucha por algo justo contra leyes injustas. En la guerra fascista contra España los atacantes querían imponer las leyes del facio- nazismo en Europa y lo consiguieron, mientras que los defensores de la República querían mantener, defender y ampliar ideales de justicia,  libertades y derechos humanos. Y las personas civiles, si quieren importar a la historia, no pueden quedarse "en medio" ni autoconsiderarse "víctimas colaterales", o apoyan los derechos humanos o desaparecen irremediablemente de la Historia. Ya digo que no sé si fue/es el caso de la guerrilla en Honduras. En cualquier caso un buen relato para reflexionar.
Y de 2020 destaco ¡por fin! un primer premio, "Ballenas de pecera", de Agustín García. Uno de esos escritos por un hombre que se presentan como "Creerán que, por ser mujer rotunda y mantecosa..." (página 77). Se trata de una mujer obesa. "Pero soy dama de recursos". (ibidem). Pero lo que quiero destacar es la referencia a "Hace años apareció por la aldea un maestro con bigote y entorchado de poeta, que aderezó mis soledades con cierta galantería clásica. Era bisojo y versificador a tiempo parcial, y hasta declarado republicano" (ibidem). Yo no soy "bisojo", he tenido que buscarlo en la RAE, significa "estrabismo", pero llevo gafas, y soy "versificador a tiempo parcial" y "declarado republicano". Tuve que parar la lectura para tomar distancia porque parecía que me estuviera describiendo a mí. 
Interesante también "La diosa africana", de Laura Cabedo. Un relato sobra la esclavitud en América y los Cimarrones que se rebelaron contra la violencia de los blancos: "Escapamos a los montes, pronto nos llamaron cimarrones, y algunos, solo algunos, conseguimos ver un día abolida la esclavitud" (página 84). Precisamente los cimarrones fueron civiles esclavizados que se posicionaron contra la injusticia y por eso sí les interesa a la Historia. 
De "La espera", de Mª Soledad García, solo quiere destacar la figura poética: "Tal vez, la visión de una mujer sola vestida de lluvia" (página 93). Me trajo mi libro de poemas "El hombre vestido de sol", título que transformaba a su vez una cita del Apocalipsis: "Una gran señal apareció en el cielo, una mujer vestida de sol con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza". 
"Parto sin dolor", de Rosa Mª Fabuel, también es alegato antimilitarista. Es una denuncia de la maternidad subrogada, pero encuadrada en el clima de violencia de los supremacistas ucranianos contra la población rusoparlante del Donbáss: "Él tenía 18 años, manos de panadero y el libro de Svletana Alexievich que narraba la historia de un pariente lejano en una central nuclear. Su crimen fue en Donbáss. Los jóvenes y forzosos ucranianos debían salvar a la patria: una lengua, una nación. Los prorrusos debían apostatar" (página 99). "Pero tú tan solo eres una niña de ocho años, tu única patria debería ser una pradera de lirios y amapolas donde zanganear, no ese campamento donde te enseñan a cortar una yugular o a armar un AK-47. Quieres ser modelo o soldado. He de darme prisa en sacarte de aquí" (ibidem). "Tienes que dejar esa academia, las modelos no se arrastran por trincheras, no se magullan sus bonitos brazos" (página 100).
Voy a dejar la reseña de mi relato favorito del libro para el final, antes voy a criticar una curiosa errata de la editorial. En el texto "El viento", de Javier Vázquez, de repente la editorial ha introducido una parte considerable de un relato del certamen de 2019, "Costura invisible", de Elena Prieto. Una cuña extemporánea de ¡14 renglones! que son absolutamente ajenos al escrito de Vázquez. Espero que si hacen una 2ª edición lo corrijan, por respeto tanto a Vázquez como a Prieto. 
Y ya voy con mi favorito. "Amén", de Ángeles del Blanco. Una historia de una niña trans, contada además en primera persona. Lo más relevante es que solo al final del escrito se descubre. Por eso creo que es el mejor. Mantiene una intriga que incluso, como muchos otros textos que no he reseñado porque me parecían insulsos y no me aportaban nada, aquí parecía limitarse a hablar de alguien que va a hacer la primera comunión,algo anodino que no me estaba realmente interesando. Aunque el principio de la narración ya da una pista: "Me llamo Martes por ser el día en que nací, o eso alegó mi padre al inscribirme en el registro, aunque pronto cambió esa versión por la de que Martes era el acrónimo de María Teresa, dejando a los oyentes boquiabiertos, preguntándose qué era un acrónimo" (página 87). Con este inicio la escritora seguramente pretende inducir a que pensemos en una niña, aunque Martes es, o puede ser, un nombre unisex. Más adelante, cuando la madre la está vistiendo para la ceremonia, ella se describe como: "Una monjita de ocho años de piel pálida y ojos enormes, por el susto más que por la toca. Me gusté por primera vez" (página 88). Pero el último párrafo me hizo dar un salto del sofá. Un salto casi mortal.  "Entré a la iglesia aferrado a la mano de mi madre que sonreía orgullosa, el espejo sin cristal que siempre devolvía mi mejor imagen. La auténtica. Era el niño más feliz del mundo atravesando aquellas losetas frías como la vida misma, sobrias como mi traje de monja, duras como los prejuicios de los presentes. Lo superé todo amparado en la supuesta locura de mamá. ¡Qué cuerda estaba!" (ibidem). Precisamente tuve que releerlo buscando indicios que anunciaran mi desconcierto. Por eso es desde luego lo mejor del libro. Y creo que lo mejor de la trilogía. Yo le habría otorgado el primer premio, pero, como casi todos los que he comentado a lo largo de la trilogía, se quedó como finalista.
 

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