LA SOMBRA DE CARAVAGGIO

El domingo 17 de diciembre estuvimos en los cines Renoir estremeciéndonos con esta película dirigida por Michele Placido y protagonizada por Riccardo Scamarcio como Caravaggio y Louis Garrel como la Sombra.

Es una película muy dura, casi escabrosa, con algunas escenas en las que hay que retirar la vista, pero también con una enseñanza o apología final de pacifismo que podríamos resumir en el título de la obra “Amor Vincit Omnia”.

Necesariamente tengo que empezar destacando la escena del encuentro en prisión de Caravaggio con Giordano Bruno (mi alter ego), interpretado por Gianfranco Gallo, actor y cantante de 62 años. Me emocioné con su discurso panteísta y copernicano y, desde luego su determinación frente a la violencia de su inminente ejecución.

El comentario que hicimos al salir del cine fue que hay ver qué vida tan dura tuvo este hombre (Caravaggio), tan plena de aventuras, pero a la vez tan peligrosa, constantemente amenazado y vilipendiado, no solo por la curia romana sino también por quienes no aceptaban o entendían sus obras, tal vez por pura envidia.

Es relevante su cristianismo primitivo, interpretando los textos bíblicos desde el dolor, la pobreza, el hambre y las persecuciones que sufrían sus semejantes y no desde el misticismo y los dogmas del vaticano.

También me interesó su relación con la nobleza y parte del clero que le respetaron, ampararon, creyeron en su inocencia y le ayudaron, financiaron  y ayudaron a que su obra no se destruyera. Me recordó también a los años en que Giordano Bruno fue perseguido y también fue amparado, ocultado y financiado por parte de la nobleza, teniendo que huir de un estado a otro.

Scamarcio borda un papel pleno de acción, dinamismo, peleas, actos sexuales, reflexiones, huidas, heridas, descubrimientos, risas, llantos, iras, sensualismo, e incluso un desnudo de trasero, muy interesante por cierto.

Pero también hay que resaltar el papel de Garrel, como inquisidor en la sombra, con un magnífico repertorio de gestos, de profundas miradas, de tonalidades de voz. Flemático pero a la vez inflexible, violento, torturador y traicionero, generando tensión e inquietud a todas las personas a quienes interroga. Borda un papel muy ambiguo y arriesgado.

Las imágenes del Castillo de Sant'Angelo y del Vaticano son impresionantes, de esas tomas que no se pueden disfrutar de igual forma en las pequeñas pantallas. Y la bacanal orgiástica en el palacio es de lo más fastuoso (y teatral) que he visto en cine.

Por poner alguna pega, viendo la película da la impresión de que Caravaggio pintara los cuadros en un abrir y cerrar de ojos. Su técnica barroca con el claroscuro como encuadre y el perfeccionismo detallista no se hacen en lo que una modelo se queda dormida, necesitan varias semanas al menos de posado. Por cierto que me encantaron las escenas de cuadros vivientes.

En definitiva que la recomiendo, pero ya advierto de que algunas escenas no son aptas para personas muy sensibles, yo tuve que bajar la vista en dos ocasiones. Pero me mereció la pena. Salí imbuido de los infinitos universos.

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