DOBLE O NADA
El sábado 13 de enero estuve con mi amiga Mª José en los
Teatros Luchana para disfrutar y reflexionar sobre esta obra escrita por la dramaturga mexicana Sabina Berman, dirigida por Quique
Quintanilla y protagonizada por Miguel Ángel Solá (Buenos Aires, 1950,
actualmente tiene 73 años)
y Paula Cancio (Madrid,
1985, actualmente tiene 38 años). Es el primer trabajo de Quintanilla en la dirección
de montajes para adultos después de una carrera en la asistencia dentro del
teatro infantil (aunque parezca que no viene a cuento, este dato me ha
interesado como maestro de Educación Infantil) y fue ganadora del Premio ACE
2017 al mejor actor. Los Premios ACE son concedidos por la Asociación de Cronistas
del Espectáculo de Argentina.
Como anécdota “rosa” apunto también que Miguel Ángel Solá y
Paula Cancio son pareja en la vida real desde 2012. Como gai eso de llamar “rosa”
al pseudoperiodismo del cotilleo me parece insultante, con el triángulo rosa
marcaban a los gais en los campos de exterminio nazis, yo llevo el rosa con orgullo
queer, todo lo opuesto a ese pseudoperiodismo del cotilleo. Pero hago este apunte
porque estoy hasta las gónadas no binarias de esa gente que sigue criticando
(criticándonos) a las parejas que tenemos una diferencia de edad de más de
cinco años. Y las sigo recibiendo solapadamente de mis más amistades cercanas.
Y precisamente uno de los muchos aspectos que se abordan en
la obra es la relación sexoafectiva entre estos dos personajes que tienen una
diferencia de edad de 35 años. En uno de los diálogos ella le confiesa su atracción
por él desde la universidad, él le insinúa que ella estaría buscando un padre y
ella le responde que ya tenía uno, borracho y maltratador, y no buscaba a otro
para nada.
Mi crítica- reseña se va a centrar en que a pesar del título,
en la vida real, en las relaciones sexoafectivas, en las aspiraciones de futuro
y laborales, no se puede hablar de todo/doble
o nada. Prácticamente todo el argumento de la obra podría ser un alegato contra
los falsos binarismos. No sólo el sexogenérico, sino principalmente el
ideológico. Porque de entrada parece que la protagonista, empleada de un medio
de comunicación, fuera una ferviente feminista, pero si la analizamos, está
utilizando ese supuesto feminismo para un fin casi de capitalismo salvaje, obtener
un ascenso a costa de hundir con criterios dudosamente éticos a su oponente.
Incluso podría vislumbrarse estrategias de pinkwashing, por ejemplo denuncia a
su oponente por haber despedido a personas homosexuales, pero a la vez pretende
obtener el puesto con una falsa denuncia de violación, una actitud discutiblemente feminista. La realidad no es ni doblemente blanca ni absolutamente negra,
sino que se muestra plena de matices grisáceos. Porque ni claramente feminista,
ni tan siquiera claramente queer, se confiesa lesbiana, confirma que ha tenido
relaciones múltiples y promiscuas, pero para ridiculizar a su oponente se burla
de él llamándole “enano”. Y para colmo el jefe le sigue el juego imitando al
oponente con voz aguda, casi como insinuando solapadamente que es “mariquita”. Eso
de burlarse de un oponente por su altura y timbre de voz me recuerda a las
burlas dudosamente izquierdistas al gran dictador de España.
Por otro lado, el jefe, director del medio de comunicación,
creo que en algún momento aclaran que se trata de un periódico digital, además
de este desliz al referirse al oponente de la protagonista, también tiene
muchos matices, ¿es un jefe despiadado que utiliza su poder vertical para
someter a todas las personas subordinadas?, ¿es un machista que a su mejor empleada
la utiliza para comprarle regalos a su cónyuge?, ¿es un tipo chapado a la
antigua que la piropea y utiliza adjetivos como “tortillera”?, ¿es un sentimental
que no es capaz de distinguir entre tener simplemente sexo y hacer el amor, que
confunde una noche de pasión con una declaración de matrimonio?. Un detalle que
se muestra como secundario en el argumento es el hecho de que tiene cáncer, una
enfermedad que le obliga a dejar el puesto, una enfermedad de la que no quiere
hablar, pero que si no la hubiera contraído no estaríamos hablando de toda esta
relación laboral y sexoafectiva con su empleada.
Y por último está el personaje ausente, el “Pepe el Romano”
de la obra, en este caso se llama Beteta, esta referencia lorquiana tan teatral
y poética de estar todo el tiempo hablando de alguien que nunca aparece en
escena, que no tiene encarnación actoral, hablar supuestamente con él a través
del teléfono (con “El Romano” hablaban a través de la verja de la ventana), de
leer textos supuestamente escritos por él, de criticarle, insultarle, imitarle
(curiosa la rima casual entre “el romano” y “el enano”…), y finalmente matarle,
creo que incluso llega a utilizarse en el texto la metáfora de matarle en relación
a despedirle. Se le presenta como el malo malísimo de la obra, el más machista,
el más homófobo, el más traidor, el menos creativo, el de propuestas más
conservadoras. Pero al salir de la sala terminamos dudando sobre cuál de las
tres personas es la menos mala, cual es la menos conservadora, cuales la menos
traidora, incluso cual es la menos machista.
Como veis la obra da para reflexionar mucho, y yo solo he
destacado algunos aspectos que me afectan, hay muchos más matices y aspectos
relacionados con lo laboral, la ética, la organización empresarial, la
confianza entre jefatura y personas subordinadas, relaciones conyugales, expedientes
con información íntima, y mucho más que me quedaré en el tintero.
Desde luego es muy recomendable. El premio al actor está
merecido, pero realmente el peso de la obra recae más en la actriz, considero
que el premio debería haber sido para ella ¿machismo en los premios ACE?.
De camino recomiendo que si vais a los Teatros Luchana
reservéis previamente para cenar en el restaurante La Favorita, cena con piano
y ópera en directo, buena comida y bien de precio, y ubicado en un chalet palacio.
Vegan@s avisad porque el menú es cerrado y sin opciones, pero avisando hacen
variaciones. Es un magnífico broche de oro para una noche de teatro.
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