HAIKUS VII

He participado en un certamen de poesía de la editorial "Diversidad Literaria". Se trataba del VII Concurso Internacional de Haikus y han publicado un libro con la ganadora, diez finalistas y una serie de 698 (si he contado bien) poemas seleccionados, no sé si en realidad todos los presentados a concurso, entre los que está el mío, que aparecen por orden alfabético de autorías. Mi poema me lo han publicado con mi nombre Pedro Polo y se titula "Reflejos":
"Vestido de sol,
cuando grita el silencio
llora mi espejo" (página 111). En 2011 publiqué el poemario "El hombre vestido de sol", por lo que quienes me conocen y lo han leído saben a quien me estoy refiriendo y el sentimiento que encierra este haiku. 
Por cierto que en la misma página, lógico porque somos "tocayos", está el haiku de Pedro López Pérez, poeta guionista y colaborador del programa de radio "Palabras Mayores" en Canal Extremadura, su poema se titula "Primavera":
"La flor abierta
recibe una visita
que la transporta" (página 111). Aunque la temática principal de los haikus japoneses suele estar relacionada con la naturaleza, en este caso podemos percibir más de un sentido en los versos de Pedro López, "la flor abierta" puede ser una metáfora de un libro, del amor, del sexo, de la conciencia o toda una alegoría de la vida. Un magnífico universo poético encapsulado en tres versos.
Como expresa la contraportada del libro (extraigo algunos párrafos): "En el amplio universo de la poesía, los haikus se erigen como pequeñas joyas que capturan la esencia de la naturaleza y la vida en solo tres líneas... En cada sílaba se teje un mundo, se pinta un paisaje emocional que resuena con la armonía de la naturaleza y la conexión humana".
En Wikipedia encontramos que el Haiku "es un tipo de poesía japonesa. Consiste en un poema breve de diecisiete moras o sílabas, escrito en tres versos de cinco, siete y cinco sílabas... hay quien señala una mayor variedad en el reparto de sílabas en el haiku clásico y moderno japonés".
La inmensa mayoría de los poemas presentados en este libro siguen la fórmula 5-7-5. aunque también se incluyen unos pocos con medidas más libres, he de decir que estos éstos son los que menos me han gustado. Voy a transcribir otros poemas del libro que sí me han interesado: 
"Al amanecer
las voces del estrecho
gritan libertad"
("Al amanecer" de Vicente Juan Vila Perucho, página 10). Es uno de los finalistas.
"Del cielo caen
infancias perdidas y
sueños robados"
("Niños de la guerra" de Andrea Pérez Luna, página 21)
"Vestida de sol,
mis pies por la arena
caminan libres"
("Libertad" de Coqué Saavedra Carballido, página 34). Evidentemente este poema me sorprendió por la metáfora coincidente con la de mi haiku y mi poemario. 
"Estás tan lejos
y pareces tan cerca.
Abro los ojos"
("A Sadako Sasaki" de Felipe Sérvulo, página 45). Sadako Sasaki es un símbolo de la paz y contra la carrera nuclear. Tras las bombas lanzadas en Hiroshima, Sasako enfermó y siguiendo una antigua leyenda comenzó a elaborar 1000 grullas de origami como ofrenda a los dioses para sanarse, alumnado de colegios de todo el país empezaron a enviarle grullas. No pudo salvarse pero en Hiroshima hay un gran monumento a Sadako con ristras de grullas y en los colegios se le recuerda cada año construyendo grullas de colores. 
"Sobre la arena,
tus pasos infinitos,
como tus ojos"
("Vastedad" de Fernando Fiestas García, página 45) Este haiku también me ha recordado un poema de aquel libro "a mi lado Fernando/ ya abrió sus ojos rasgados".
"Sobre mis dedos
alguien dejó olvidada
la sección áurea"
("0, 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13..." de José Luis Martínez Garvín, página 65). La serie de Fibonacci y todo lo relacionado con la sección áurea y su reproducción en la naturaleza siempre me ha fascinado. 
"Gente en la cola
van pidiendo comida,
cae una bomba"
("Insensibilidad" de Josep Lluís Bargalló Folch, página 67) 
"Ató la nube
al espantapájaros,
inundándose"
("Exceso" de Juan José Espinosa Párraga, página 69). Imagen muy surrealista, lírica y ambigua, no sabemos qué o quien es exactamente el sujeto que ató y se inundó, si la nube o una tercera persona o elemento. Quizás el sujeto sea el propio poeta que se inundó en lágrimas. Exceso y excelso.
"Tiempos de cambio:
cual hoja del otoño,
los machismos caen"
("La caída" de Juan Pablo Arredondo Reyes Retama, página 71). Me encanta la comparación de la caída de la hoja con la caída de valores caducos, el hecho de que el autor sea mexicano (o viva en México), es relevante por el número de feminicidios que se perpetran anualmente en ese país. 
"Restos de claros
encajan tu puzzle
y mi desgarro"
("Autismo" de M. Ángeles Pérez Guinovart, página 82) Una declaración desgarradora, seguramente de una madre o persona muy allegada al mundo del espectro autista.
"La pobreza duele.
El color no importa nada,
la justicia sí"
("Aporofobia" de Manuel Mejías Bernal, página 84).  
"Junto a sus cuerpos
taparon los escombros
toda esperanza"
("Gaza" de Óscar Fernández García, página 107). Aunque el poema hace referencia a las víctimas de Gaza, cuando lo leí trasladé la imagen a las víctimas del golpe de estado del 36 y el franquismo que siguen desaparecidas en fosas comunes, en cunetas u otros espacios sin identificar. Y cuyas familias con el tiempo van perdiendo la esperanza de rehabilitarles, de hacerles justicia y darles sepultura digna. 
"Cesan los truenos.
Niños en los escombros
miran al cielo"
("Gaza" de Rafael Lema, página 112). También dedicado a las víctimas de Gaza, pero también me vinieron a la mente las imágenes de la infancia de las ciudades españolas que fueron bombardeadas. Y también otras infancias de guerras más recientes televisadas y fotografiadas, como la de Bosnia. 
"La bomba mira,
los niños hacen ruido.
Los manda callar"
("Guerra" de Sara Arnez Cuentas, página 119). Aquellos obuses sin estallar que seguían activos en medio del campo, de la era o en edificios derruidos abandonados, donde la infancia y su innata curiosidad se los encontraba en medio de sus juegos. 
"Atardecer,
la garza grazna al vuelo,
la duna llora" 
("Anatomía de un remolino de aire" de Soledad García Riviero, página 120). Junto al de Juan José Espinosa, este es para mí uno de los más líricos del libro.
Un gran libro para reflexionar, para degustar, para deleitarse, para relajarse, para analizar verso a verso, para entregarse a un mundo, el de los haikus, pleno de imágenes, metáforas, alegorías, sentimientos, emociones, recuerdos y futuros, algunos perfectos, otros distópicos, todos poéticos.

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