EL CONDE DE MONTECRISTO

El jueves 15 de agosto estuvimos en los cines Princesa impresionándonos con la superproducción de esta nueva versión de la novela de Alejandro Dumas. Una historia ya muy conocida. La primera versión que recuerdo fue la magnífica serie española de televisión que fue transmitida en 1969 dirigida por
Pedro Amalio López y protagonizada por Pepe Martín y Emma Cohen. Yo tenía sólo 6 años por lo que, aunque ya teníamos televisión, supongo que mis recuerdos se remontan a alguna reposición posterior. Tengo en mi retina el momento en que Mondego presenta a Mercedes al Conde de Montecristo y ella, una Emma Cohen deslumbrante, tras unos instantes de mirada desconcertada se desvanece.
Después adquirí la novela a través del Circulo de Lectores. En varias ocasiones he visto más recientemente por televisión la película dirigida por David Greene y protagonizada por
Richard Chamberlain.
Dirigida y guionizada  por Matthieu Delaporte y Alexandre de La Patellière y protagonizada por Pierre Niney, esta nueva versión se caracteriza sobre todo por la fotografía de Nicolas Bolduc, con grandes estampas exteriores de paisajes, marítimas, portuarias, y de grandes estampas interiores palaciegas. Y desde el minuto 1, la película arranca con una escena de mar envolvente, mareante, con un mar embravecido e hipnotizante que casi obliga a desviar la vista del protagonista para intentar abarcar la inmensidad que ocupa toda la pantalla. Poco después la escena portuaria con -no sé si decir cientos o miles- de extras moviéndose incesantemente obligándonos una vez más a perder la mirada en la muchedumbre... Y así una sucesión de escenas impresionantes de las que también tengo que destacar la persecución del ciervo. Una de las más bellas escenas de la película, tanto la vista aérea del ciervo huyendo de la cacería, como, para mí lo más emocionante del film, la escena del ciervo moribundo en primer plano. Advierto que el final de esta escena es cruel, pero que en cualquier caso la cámara no se ensaña en absoluto. 
Del guion debo destacar alguna frase, la del abate Faria que en la prisión, le dice a Edmundo que le va a enseñar idiomas, matemáticas, filosofía, historia, porque todo este conocimiento "son armas que liberan", tanto como las herramientas que están utilizando para cavar el túnel. También la frase que le dice Edmundo a Mercedes cuando ella le pregunta si ha perdonado a quien le había hecho tanto daño, y él responde que "no se puede perdonar a quien no ha pedido perdón". 
Como dije al principio, recordaba la emocionante escena del desvanecimiento de la Mercedes protagonizada por Emma Cohen, emoción que no he visto reflejada en absoluto en la versión de David Greene, pero que en esta nueva producción de Matthieu Delaporte y Alexandre de La Patellière, sin llegar al desvanecimiento, sí he revivido con Anaïs Demoustie, con su expresión de desconcierto que traspasa la pantalla, con el tenso silencio necesario para comprender como si de un déjà vu se tratase, y con la palidez con que finalmente oculta su turbación tras la pared y conversa con su hijo tratando de ubicar la realidad. 
Debo reconocer que tengo como mitificado el rostro de José Martín como Edmundo Dantés, y me cuesta reconocer al personaje en otros rostros, pero la interpretación de Pierre Niney es impecable y desde luego creíble, como la del resto del elenco magistralmente dirigido. Estoy completamente de acuerdo con Javier Ocaña en su crítica publicada en El País señalando que esta es "probablemente la mejor versión cinematográfica del novelón de Dumas" y que son "tres horas de metraje plenamente justificado y placentero". Tiene escenas trepidantes de acción, escenas de tensión emocional y otras más relajadas de placer y sensualidad, pero las tres horas no se nos hicieron en absoluto largas. Un magnífico refresco para el verano. 
Matthieu Delaporte y Alexandre de La Patellière

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