HORA DE ESPAÑA IX
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"El sudor" |
Esta semana he estado leyendo la novena entrega de la revista Hora de España que adquirí en enero de 2024 pujando en Subastas Durán. Este número fue
publicado en Valencia en septiembre de 1937. Como toda la colección, al haber sido publicada en aquellos tiempos
de resistencia armada ante el golpismo y de vislumbre de la guerra mundial que siguió a la victoria del fascismo internacional en España, en los que la intelectualidad progresista estuvo determinada a apoyar y estimular a lo que llamaron "la causa popular" contra el fascismo
internacional, casi todas sus páginas rezuman la a veces exasperante exaltación del heroísmo militarista, tanto en las crónicas y textos ensayísticos como en los poéticos. Y como, por otro lado, el único gobierno internacional que apoyó a la democrática República española fue la URSS, también hay varios textos ensalzando a ese estado, su revolución anticapitalista, sus controvertidos gobernantes y sus intelectuales.
Aun así siempre hay perlas antibelicistas y noviolentas que puedo destacar:
La revista comienza con un ensayo de Antonio Machado, quien colabora en todos los números, titulado "Sobre la Rusia actual". Hablando de las traducciones de los escritores rusos nos dice que:
"Ni siquiera sabemos si las novelas de Tolstoi o Dostoievski están bien o mal escritas en su lengua. Suponemos que lo estarán soberbiamente. Pero sabemos con certeza la mucha humanidad que contienen, la gran copia de vidas humanas al margen de toda frivolidad que en ellas se representa; sabemos que esas vidas humanas, las más humildes como las más egregias, parecen movidas por un resorte esencialmente religioso, una inquietud verdadera por el total destino del hombre". (Página 9)
Sigue un artículo de María Zambrano titulado "La reforma del entendimiento español" del que transcribo tres párrafos, uno sobre lo que realmente hay que salvar de la cultura, otro sobre el romanticismo a propósito de la obra de Lorca "Fortunata y Jacinta" y un último que es casi un alegato anarquista.
"Atendamos, ante todo, a qué sea aquello que queremos y que importa salvar. Porque cuando se habla de salvar la cultura, no hay que confundir la cultura con la suma de saberes. Sin querer entonar un canto a la ignorancia, tenemos que disponernos a renunciar, por el momento, a muchas de las llamadas manifestaciones culturales de otros tiempos, y a ser testigos de una mengua en la producción cultural. No es el lujo cultural de Europa el que hay que salvar; no sabemos siquiera si las técnicas culturales van a sobrevivir de la gran catástrofe que se avecina. Pero, aun poniéndome en la peor situación en cuanto a mengua de la calidad y cantidad en la producción cultural, no sería esto lo decisivo. Hay algo más urgente que salvar: la convivencia humana". (Páginas 16- 17)
"Nada tenía que ver en su íntimo fondo Fortunata con el romanticismo; pero el romanticismo debía abrirle paso, ya que fue él quien reivindicó lo natural en el hombre, aquello que, por ser anterior a la civilización, había quedado al margen de ella oprimido; las zonas irracionales, cósmicas casi, que hay en el hombre y que el racionalismo había apartado de sí con puritano horror. Claro que el romanticismo es también otras cosas, y es muy complejo el hecho de que pasara rozando con nuestro suelo sin penetrarlo, mucho más, cuando él se volviera hacia España, nombrándola en Meca en cierto modo, cuando trae en Francia y Alemania un interés por la literatura y la poesía españolas nunca igualado". (Páginas 26- 27)
"Es lo único que nos queda; el único elemento insobornable; voluntad que es ya instinto; lo único vivo bajo la destrucción de la sociedad y el desmoronamiento del Estado. El Estado, que es para Cervantes, tras la sangre derramada heroicamente en Lepanto, unas alcabalas que le traen cárcel y miseria; el Estado, a quien Quevedo acusa en el "Guerra y cárcel le dieron las Españas de quien él hizo esclava la Fortuna"; el Estado, que es ubre seca de quien no alcanzan a extraer los españoles no ya su sentido político, sino el simple pan de cada día. En el siglo XIX, el Estado, de generales soberbios y políticos logreros, frailes sin escrúpulos y trampa, trampa por todas partes". (Página 27)
Un artículo titulado (y sobre) "Nuestro teatro" de Manuel Altolaguirre del que también extraigo un par de párrafos, uno sobre la representación de la obra de Federico García Lorca "Mariana Pineda" y el segundo es una poética descripción de Lorca:
"Estamos aquí, en esta guerra, para recordar a la más inocente de sus víctimas. Yo he llorado su muerte como algo pequeño e imposible, casi sin creerla, pero al mismo tiempo me sentí lleno de una ira inmensa, de una cólera santa contra esa sociedad que nos ofende desde el otro campo y que nos escupe entre noticias de catástrofes flores de diminuto llanto, estrellas de profundo brillo, como esta muerte que ha encontrado para siempre lugar en la noche". (Página 34)
"Era un niño con unos claros ojos creadores en donde se reflejaba todo el Universo. Luego de escuchar la voz de la Naturaleza, después de contemplar la vida exterior empezó a buscarse a sí mismo. Entonces nació el poeta enamorado". (Página 35)
La sección que en todos los números se destina a la poesía empieza con un poema de Octavio Paz titulado "Elegía a un joven muerto en el frente", transcribo la estrofa menos heroicista:
"Yo recuerdo tu voz. La luz del Valle
nos tocaba las sienes,
hiriéndonos espadas resplandores,
trocando en luces sombras,
paso en danza, quietud en escultura,
y la violencia tímida del aire
en cabelleras, nubes, torsos, nada.
Olas de luz, clarísimas, vacías,
que nuestra sed quemaban, como vidrio,
hundiéndonos, sin voces, fuego puro,
en lentos torbellinos resonantes". (Página 40)
Tres poemas de Miguel Hernández. La estrofa que he destacado de "El sudor" la utilicé en octubre de 2023 en el libro de artista, libro- objeto "Domesticando van mimbres (homenaje a Miguel Hernández)", ilustro esta entrada con la pintura que elaboré con técnica de scrubbed para este poema.
"Amordazado el ruiseñor, desierto
el arrayán, el día deshonrado,
tembloroso el cancel, el patio muerto
y el surtidor, en medio, degollado". ("Visión de Sevilla". Página 44)
"Se despedaza el agua en los zarzales:
las lágrimas no arrasan,
no duelen las espinas ni las flechas.
Y se grita ¡Salud! a todos los que pasan
con la boca anegada de cosechas". ("Juramento de la alegría". Páginas 47- 48)
"Hijo del movimiento, primo del sol, hermano
de la lágrima, deja rodando por las eras,
del abril al octubre, del invierno al verano,
áureas enredaderas". ("El sudor". Página 48)
La sección de Testimonios empieza con la crónica de Antonio Sánchez Barbudo "Los pueblos destrozados". Destaco completo el apartado "La paz del hospital" que considero (casi) un alegato contra la guerra y parte del apartado "Campesinos y soldados", que aunque con un pie puesto en el heroísmo militarista, apoya el otro pie en una acción noviolenta, y además trata del campesinado de Extremadura y he querido especialmente destacarlo hoy que celebramos el Día (reivindicativo y no religioso) de Extremadura:
"Hemos entrado en un Hospital Militar que antes fue convento. En los claustros se respira aun una paz religiosa, mientras el agua suena tímidamente en el jardín. Y hemos pensado en los contrastes de la guerra. Los que ahora aquí callan, gritaron un momento, en instantes terroríficos. Pero todo ha pasado. Ahora reposan. Y se oyen voces, esas voces perdidas de los largos corredores que llaman a la melancolía. Los que antes se unieron en el combate, ahora se unen en la calma. Y entre ellos, como oculta llama, crece una fuerte y auténtica camaradería, ese contento que se forja sobre todo con el dolor y el esfuerzo compartidos.
Y hemos pensado que por mucho que la guerra destruya con su estruendo, no podrán nunca destruirse del todo los recintos de paz que se formen en cualquier punto; sobre todo, allí donde ha estado la lucha". (Página 53)
"Yo he visto soldados, campesinos huidos de sus tierras de Extremadura, que lucharon allí contra la invasión fascista y luego vinieron a nuestras filas. Llevan meses de incesante batallar. Pero se ha dado la consigna: "Ni un solo grano de trigo sin recoger", y estos campesinos soldados cogen la hoz por propia voluntad y hacen la siega en el territorio que ocupan, sin recibir por ello beneficio material alguno, y sin perder de vista su fusil, que algunas veces, súbitamente, tienen que emplear para repeler un ataque.
Yo los he visto trabajando a pocos centenares de metros de las líneas enemigas, orgullosos de su labor, incansables, llenos de fe. Y al hablarles me han contestado con gestos sobrios, con espíritu encendido, con palabras que no acertaría yo a repetiros". (Página 53)
Sigue el texto de Antonio Porras "Noche de bombardeo":
"Padres e hijos -tantos y tantos- en un solo corazón volcán de amores. Sobre el odio infernal que implica el bombardeo, un amor que se afianza en las entrañas y que se extiende a todos en esperanza, porque el hombre se resiste a creer en la quiebra definitiva del principio humano". (Página 58)
Siguen "Dos grandes escritores frente al fascismo", que recoge las cuartillas que Juan Ramón Jiménez leyó públicamente a su llegada a América y la carta de Thomas Mann como respuesta "Al decano de la facultad de Filosofía de la Universidad de Bonn" quien le había borrado de la lista de doctores honorarios a consecuencia de habérsele previamente despojado de la ciudadanía.
"Esta victoria pondría a España en condiciones de desenvolver pacífica, noble, consciente, su lógica evolución social, con arreglo a su propio genio y carácter, sin dependencia política de otros países, que no la necesita; y evitaría quizás con el ejemplo la guerra del mundo, traída al mundo por los falsos, los pequeños, los miserables, y que en estos momentos está ya aguzando en lo bajo sus más espantosos filos". ("Palabras de Juan Ramón Jiménez". Página 60)
"La ignorancia anacrónica del hecho que la guerra no es ya permisible, resulta por un tiempo naturalmente en éxitos contra los que reconocen la verdad. Pero desgraciado el pueblo que, no sabiendo qué camino tomar, lo encuentra por fin a través de la abominación que significa la guerra, odiado de Dios y de los hombres. Tal pueblo está perdido. Será vencido hasta el punto de que nunca podrá levantarse de nuevo". (Tomas Mann "Al decano de la facultad de Filosofía de la Universidad de Bonn". Página 64)
La edición termina, antes del suplemento habitual, con una serie de "Notas". Una sobre la reedición de "Romancero gitano" de Federico García Lorca, escrita por Luis Cernuda:
"No he intentado hablar aquí de Federico, de la persona que tan cerca y tan ligada estuvo conmigo, tan cerca, dicho sea con orgullo egoísta, que no creo pueda darme ya la vida lo que su muerte me quita. Para algunos entre nosotros ha empalidecido el mundo, el suyo y el nuestro, el único quizá donde podamos vivir" (Página 69).
Ramón Gaya nos habla de una "Exposición de artes plásticas mexicanas". "Exposición de dibujos políticos- burlescos o revolucionarios y e fotografías que reproducen algunas pinturas murales de Diego Rivera, Clemente Orozco, y algún otro". (Página 69)
Un artículo de Bernardo Clariana sobre la "Crónica general de la guerra civil, editada por la Alianza de Intelectuales para la Defensa de la Cultura".
Una crítica de Enrique Casal Chapí al "Cancionero revolucionario internacional", donde parece que pocas obras le gustan de las recogidas por la Sección de música del Comisariado de Propaganda de la Generalidad de Cataluña. Parece que solo le gustó la partitura "No pasarán" de Kochetov:
"Es el caso de una melodía franca y rotunda, llena de fuerza rítmica y armonizada con una precisión e interés verdaderamente notables, que nos muestran un músico que no solamente tiene sensibilidad a la altura del motivo heroico, sino que posee además a la perfección los medios técnicos -oficio musical- indispensables para que las ideas no se queden en una divagación más o menos bella o en una mediocridad más o menos agradable". (Páginas 74- 75)
Y termina con otra crónica sobre música firmada por Pedro Sanjuan titulada "Asociación española de relaciones culturales con la URSS" donde nos habla de un concierto de música soviética en el Conservatorio de Valencia, bajo la dirección de Francisco Gil:
"Francisco Gil es, indiscutiblemente, un director de orquesta. Se advierten en su trabajo las tres condiciones precisas que le acreditan como tal: precisión en los gestos, ritmo y flexibilidad. Domina el conjunto y obtiene relieve, pone al descubierto las aristas ejes de la obra, dejando siempre en primer plano la línea general, la arquitectura, sostén de la forma, sin descuidar detalles secundarios" (Página 79)
Tras los créditos unas páginas de color rosa, una obra de Juan de la Cabada (1899, San Francisco de Campeche- 1986, Ciudad de México) titulada "Taurino López (fragmento de novela)". Se trata de un escritor mexicano. Fundador de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR) en 1923 y Presidente del Primer Congreso de Escritores Mexicanos, reunidos en Nueva York en mayo de 1935. Uno de los iniciadores en el estudio de la música indígena maya. En 1937, junto con otros artistas e intelectuales, vino a España y colaboró con la resistencia
noviolenta dentro del Socorro Rojo Internacional y participó como contacto clandestino para rescatar a varios reclusos
mexicanos y exiliados políticos de los campos de concentración de los
Pirineos orientales. En 1979 se le otorgó el título de doctor honoris causa por la Universidad Autónoma de Sinaloa. La novela no me ha interesado mucho, demasiado revolución mexicana.
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