LUMIÈRE, LA AVENTURA CONTINÚA

El viernes 21 de marzo, para celebrar el Día Mundial de la Poesía, estuvimos Hilario y yo en los Cines Renoir Retiro disfrutando de esta impresionante película documental dirigida y con guion de Thierry Fremáux, director del Festival de Cannes y del Institut Lumière de Lyon y con música del compositor Gabriel Fauré, contemporáneo de Louis y Auguste Lumière. Mientras esperábamos a que abrieran la sala para poder entrar estuve leyendo la crítica de Carlos Boyero, con quien suelo estar de acuerdo, que tienen expuesta en el vestíbulo.
Se trata de un montaje de 120 películas de los Lumière de apenas 50 segundos cada una (de las 1500 de las que consta la producción Lumière). La primera película es de 1895 y la última de 1905. 10 años del primer cinematógrafo con películas tanto documentales como de ficción. Con muchas tomas de ferrocarriles, tranvías y otros medios de transporte del final del siglo XIX. Con mucha reivindicación poética de los trabajos manuales de mujeres y hombres. Con escenas de ficción, acrobacias, humorísticas y humanistas. Escenas de militares y de colonialismo porque eran tiempos militares pero también escenas de historias sociales, humanísticas y obreristas.
La primera película que rodaron los Lumière fue "Salida de la fábrica", en 1895. Años después filmaría también "Salida de la catedral". Me acordé de la primera película rodada por un español. En 1899 Eduardo Jimeno Correas filmó con un Cinematógrafo Lumière la película "Salida de la misa de doce de la Iglesia del Pilar de Zaragoza". Me hizo reflexionar que la primera película de un francés fuera sobre personas trabajadoras mientras la primera de un español fuera sobre un acto religioso. Curiosamente, Fremáux, cuando muestra la película de la salida de la catedral comenta que en realidad era la misma historia de la salida de la fábrica. En ese comentario difiero 180 grados, para mí son historias absolutamente opuestas ideológica, cultural e históricamente.
Toda la proyección está comentada por el propio Fremáux, vinculando los primeros pasos de los Lumière con toda la historia posterior del cine. Uno de los comentarios más curiosos es que cuando fueron a grabar a Nueva York fueron expulsados del país a los pocos días por la denuncia de Thomas Edison ya que no permitía la actividad de inventores no nativos. 
Pero destaco sobre todo las dos reflexiones que más me emocionaron. 
Una que tiene que ver con mi experiencia artística personal. Cuando trataba de la importancia de colocar la cámara en el lugar más adecuado para la rodar la película que se quería plasmar, comenta que el cine servía a las personas que lo hacían para  conocerse mejor a sí mismas. Más adelante en otro momento también comenta que el cine servía para que las personas se conociesen mejor a sí mismas y a las demás. Me identifique íntimamente con este comentario porque también considero que mis fotografías, poemas y obras plásticas son un reflejo de mi identidad, que puedo conocerme y se me puede conocer mejor a través de mis obras. Y lo relacioné específicamente con mis fotografías, por la importancia de escoger el motivo, el ángulo o el encuadre específico de cada toma fotográfica. 
Y la otra reflexión de Fremáux es muy importante a nivel sociopolítico, que el cinematógrafo iba a ser un instrumento para la paz. Estuve a punto de estallar en aplausos al oír esta aseveración, pero me contuve hasta el final de la película en que sí estuve aplaudiendo. Esperaba que alguien más de la sala que estaba bastante llena se hubiera emocionado tanto como yo, pude oír un tímido aplauso de alguien detrás de mí, pero que se cortó enseguida mientras yo seguía aplaudiendo en solitario hasta que empezaron a salir las escenas de Francis Ford Coppola. No os levantéis antes de tiempo que os perdéis esta última aportación.  
Para terminar comparto la impresión de Boyero: "Y no me abandona nunca durante la proyección de estos documentales la curiosidad, una sonrisa beatífica y la gratitud ante esta crónica tan bonita de los primeros pasos que dio aquella cosa mágica llamada cine". Bueno yo no habría utilizado nunca la palabra "bonita". Inteligente, emocionante, evocadora, constructiva, poética, humanista, motivadora... 

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