Hora de España X
Estos días, además de ultimar un nuevo proyecto editorial relacionado precisamente con mis escritos sociopolíticos en redes, incluidas algunas reseñas de Hora de España, he terminado la lectura de la décima entrega de la revista, editada en Valencia en octubre de 1937.
Y así como tras la lectura de los anteriores números me quejaba del omnipresente ardor guerrero en la mayoría de textos y poemas, en esta décima publicación prácticamente ha desaparecido este ardor guerrero y parece que las personas editorialistas y colaboradoras se centraron más en la difusión cultural literaria y poética. Eso sí profundamente antifascista. Aún así siempre encontraba perlas antibelicistas que he ido publicando y que entre otros muchos textos, voy a editar ahora en libro. Y ahora paso a compartir y comentar el contenido de la revista:
Empieza como siempre con un texto de Manuel Machado titulado "Algunas ideas de Juan de Mairena sobre la guerra y la paz", que básicamente es una oda a la paz, aunque al final hace una ambigua referencia sobre participación en la guerra. He extraído algunos párrafos:
"Reparad en mi enseñanza. Yo os enseño, o pretendo enseñaros, a contemplar. ¿El qué?, me diréis. El cielo y sus estrellas, y la mar y el campo, y las ideas mismas, y la conducta de los hombres. A crear la distancia en este continuo abigarrado de que somos parte, esa distancia sin la cual los ojos -cualesquiera ojos- no habrían de servirnos para nada. He aquí una actividad esencialísima que por venturoso azar es incompatible con la guerra.
Yo os enseño, o pretendo enseñaros, a meditar sobre todas las cosas contempladas, y sobre vuestras propias meditaciones. La paz se nos sigue dando por añadidura...
Yo enseño, o pretendo enseñaros, a trabajar sin hurtar el cuerpo a las faenas más duras, pero libres de la jactancia del trabajador y de la superstición del trabajo. La superstición del trabajo consiste en pensar que el trabajo es por sí mismo valioso, y en tal grado que, si los fines que el trabajo persigue pudieran realizarse sin él, tendríamos motivo de pesadumbre. Contra tamaño error de esclavos os he puesto muchas veces en guardia... Merced a mi enseñanza, amigos míos, la palabra huelga, que tanto viene resonando en nuestro siglo -acaso sea ella la gran palabra de nuestro siglo- ha de perder en vuestros labios, si alguna vez la proferís, parte de su carácter polémico para revelar su más honda significación: tregua a las actividades necesarias para los capaces de actividades libres. ¡Paz a los hombres de buena voluntad!...
Yo os enseño -en fin- o pretendo enseñaros, el amor al prójimo y al distante, al semejante y al diferente y un amor que exceda un poco al que os profesáis a vosotros mismos, que pudiera ser insuficiente.
No diréis, amigos míos, que os preparo en modo alguno para la guerra, ni que a ella os azuzo y animo como anticipado jaleador de vuestras hazañas. Contra el célebre latinajo, yo enseño: si quieres paz, prepárate a vivir en paz con todo el mundo". (Páginas 9- 12)
Como digo al final hace un comentario algo ambiguo: "Mas si la guerra viene, porque no está en vuestra mano evitarla, ¿qué será de nosotros -me diréis- los preparados para la paz? Os contesto: si la guerra viene vosotros tomaréis partido sin vacilar por los mejores, que nunca serán los que la hayan provocado, y al lado de ellos sabréis morir con una elegancia de que nunca serán capaces los hombres de vocación batallona" (página 12).
Ambiguo porque claro que estoy de acuerdo en tomar partido por lo mejor, al margen de que cada cual pueda considerar qué y quienes son lo mejor y porqué. Durante todo el conflicto bélico hubo colectivos y personas antimilitaristas que tomaron partido por la defensa de los valores de justicia social frente al fascismo y nazismo internacionales. Pero ¿al lado de quienes combaten morir con elegancia?. Me recuerda al himno de Riego y no, nunca moriré por la patria al lado de quienes combaten. Otro tema es que huestes terroristas vengan a buscarme a casa y me asesinen como hizo el franquismo tras ocupar las instituciones de todas las poblaciones. Como hicieron con mi tío Pedro Polo que no participó nunca en el combate. En un texto posterior de la revista, de Luis Cernuda se tratan estos asesinatos.
Continúa con un artículo de Máximo José Kahn titulado "Salónica, sefardita" sobre la comunidad sefardita de Salónica. No me ha interesado demasiado pero un par de párrafos me ha obligado a reflexionar. En el texto dice: "El Tratado de Lausanne de 1923 dispuso un canje de poblaciones entre Asia Menor y Grecia, y de golpe se vierte sobre Salónica una avalancha de muchos miles de refugiados indigentes. Más de una tercera parte de los sefarditas, a los que el destino había arrebatado sus bienes, la paz del hogar y la confianza puesta en el suelo natal, emigraron a Francia, Italia, Palestina, América del Sur". Y más adelante retoma: "De vez en cuando cuchichean. Cuchichean en judeo- español, en el viejo castellano de sus antepasados, que es el lenguaje de su intimidad. Susurran... de un hogar que ha de levantarse en algún lado. No tiene que ser en Salónica, ni en Macedonia, ni siquiera en Grecia... Pocas veces los seres humanos necesitan tanto de una tierra patria que cuando quieren dar una tierra patria a un nuevo ser humano". Bueno, pues mi reflexión es si las actuales huestes nazis israelitas que están perpetrando el genocidio y limpieza étnica en Palestina son descendientes de la población que fue expulsada de España. ¿El genocidio palestino tiene sangre española?Otro texto algo desconcertante. Escrito por Ramón Gaya y desafortunadamente -a mi criterio- titulado "España, toreadores, Picasso". Con este título estuve por ni leerlo. La personalidad de Picasso tiene muchas luces artísticas pero también algunas sombras especialmente relacionadas con sus aficiones, también con sus relaciones afectivo- sexuales. Supuse que el artículo iba a referirse a alguna exposición de Picasso centrada en las obras que representan la tauromaquia. Sin embargo no es así. Se habla en general del arte, y no solo del de Picasso, con algún párrafo magnifico que comparto como el siguiente: "el pueblo sí, el pueblo queda incluido en esa inmensa minoría -que para eso es inmensa- a quien Juan Ramón se dirige, ya que nuestro gran poeta, como todo artista verdadero, no trabaja para estas o aquellas gentes determinadas, y ni siquiera para gentes de una determinada cultura o preparación, sino tan solo para el hombre, para el hombre desnudo, desnudo de todo cuanto pueda ser en la vida social, para el hombre humano, para el hombre en su significación más limpia y profunda. Claro que entonces el artista, donde únicamente puede sentirse a gusto es dentro de un estado de cosas en que el hombre viva y pueda darse sin trabas. Pero el hecho de que Juan Ramón siempre dedique su obra a la inmensa minoría no significa tampoco que toda esa minoría deba, necesariamente, comprender y gustar eso que le ha sido dedicado, porque si el artista, como hemos dicho, es cierto que trabaja para el hombre, para el hombre esencial, no quiere decir que todo hombre esencial necesite del arte, y de quien no lo necesita no debemos esperar que lo comprenda. Pero el poeta, el pintor, el músico, no dejarán por ello de dedicarle su obra siempre" (página 28).
¡Qué pena pensar que haya personas que no necesitan del arte! Yo no podría vivir sin él y no entiendo el mundo sin él. Al final trata del Guernica expuesto en el Pabellón Español de la Exposición Internacional de París. Y solo en la última frase del artículo hace referencia al título al parecer dicho por una concierge del hotel donde se hospedó Gaya en París. Pero vamos que nada que ver con el contenido del artículo.
Un magnífico poema de Tristan Tzara titulado "Por el camino de las estrellas de mar" dedicado a Federico García Lorca. Para mí lo mejor de toda la revista. Solo extraigo la estrofa final:
"Ábrete corazón infinito
para que el camino de las estrellas penetre
en tu vida innumerable como la arena
y la alegría de los mares
que contenga el sol
en el pecho donde brilla el hombre de mañana.
El hombre de hoy por el camino de las estrellas de mar
ha plantado el avanzado signo de la vida
tal como debe vivirse,
el vuelo del pájaro libremente escogido hasta la muerte
y hasta el fin de las piedras y de las edades,
fijos los ojos en la única certidumbre del mundo
de donde gotea la luz alisando el haz del suelo". (páginas 39- 40)
Por cierto que tras el poema se hace una breve presentación del poeta: "Bajo la influencia de Reverdy aparece un grupo de poetas, los más recientes poetas de Francia, que siguen su delgada y pura línea lírica, como Paul Eluard. Al lado de ese grupo, y ofreciendo con él grandes coincidencias, se destaca el nombre de Tristan Tzara. De la poesía de este último Hora de España ofrece hoy una muestra a sus lectores. Al mismo tiempo les recuerda que Tzara es uno de los muchos escritores extranjeros adictos a la causa del pueblo español. En dos diferentes ocasiones nos ha visitado últimamente: una el pasado diciembre y otra hace poco tiempo, con motivo del II Congreso Internacional de Escritores" (página 40). No se menciona ni que fue una de las personalidades que iniciaron el movimiento Dadá escribiendo los primeros textos del dadaísmo contra la I Guerra Mundial. Que también participó en los inicios del movimiento Surrealista. Tras apoyar la democracia republicana en España, durante la II Guerra Mundial se incorporó a la resistencia francesa. Luis Cernuda es uno de mis poetas favoritos pero en este número no nos muestra poemas sino una descarnada, antimilitarista y prememorialista novela corta titulada "En la costa de Santiniebla" basada en los asesinatos fascistas y la fosa común en la ria donde las víctimas eran arrojadas con piedras atadas a los pies:
"-Los sublevados, prosiguió el narrador, estaban seguros de su impunidad en este rincón, bien protegidas sus espaldas- y señalaba hacia las oscuas montañas que se escalonaban ocultas casi por la iebla, allá en la turbia claridad de la ventana, al fondo del cafetín-. POr las noches, a veces, oíamos llamar a esta o la otra casa, y al dñia siguiente alguien de nosotros faltaba" (página 56). Exactamente igual que hicieron en todas las poblaciones de España, aunque en mi pueblo sí se oían los disparos.
"Al bucear en las aguas, que ya se transparentaban confusas con la luz del amanecer, chocó mi cuerpo contra una masa blanda que al principio, en la oscuridad, no podía presumir lo que era. Intenté alejarme de aquello, pero mis brazos se enredaron en otros brazos y mis piernas en otras piernas. Cuando la vista se acostumbró a la débil claridad que hasta allí se filtraba, me hallé preso entre un montón de cuerpos ahogados, a quienes las piedras que trababan sus pies amarrados mantenían erguidos, hinchados, mordidos y descompuestos, pero que parecían vivir para eterna amenaza y remordimiento" (página 60). Sin embargo hoy en día, casi 90 años después descubrimos, para desgracia de la historia de la humanidad, que nunca ha habido tal remordimiento de las huestes terroristas fascistas, que sus simpatizantes y descendientes vuelven a ocupar puesto de poder político y que continua la impunidad de sus crímenes.
Margarita Nelken firma "Comentario político de estos últimos días" refiriendo el ataque a unos barcos ingleses y unos atentados fascistas en París. También comenta una campaña de desprestigio internacional que el fascismo lanzó contra el gobierno democrático republicano. Y que me temo que caló en la sociedad hasta el punto de que sigo oyendo estos falsos argumentos por parte de amistades monárquicas: "las campañas descaradamente tendenciosas, esos espeluznantes relatos demostrativos de nuestra barbarie roja; una barbarie cuya fantasía -hay que reconocerlo- es consecuente, y no ha variado un ápice desde que los rojos nos entreteníamos, en la Asturias del 34, en sacarles los ojos a los hijos de los seráficos guardias civiles. Sí; bueno será apuntarnos también este tanto: las hojitas que los fascistas enviaban a los miembros de la Conferencia Interparlamentaria recientemente celebrada en París, hojitas con ristras de crímenes nuestros, no hubieron ya de impresionar, ni siquiera a las delegaciones de esos pequeños países más o menos fascistizantes" (página 64)
Sánchez Barbudo escribe una reseña de "De un momento a otro" sobre la edición de una colección de poemas de Rafael Alberti escritos entre 1932 y 1937. Entre ellos algunas referencias a las torturas: "Los dos primeros sonetos son en extremo interesantes como expresión de una angustia profundamente sentida. Son estos dos sonetos un grito por el temor de que un día la carne dolida, forzada por terror bárbaro, traicione al alma, al puro sentimiento de la fidelidad y la camaradería. Son el horror de pensar que un día tal vez se denuncie al amigo, si los músculos, si los huesos no saben ya resistir al tormento. Y es sobre todo el tormento de pensar que esta ignominia sea posible, saber que el cuerpo es débil, más real que el alma; negación de nuestro íntimo albedrío. El primer soneto acaba diciendo:
Y el pensar solamente que os denuncio
me arranca los raigones de las uñas
y trastorna los quicios de los huesos.
Y el segundo:
¡No lo diré! Mas la mayor tortura
será siempre este estado de conciencia" (página 68)
María Zambrano reseña "Dos conferencias en la casa de la cultura". Una de Juan Marinello titulada "Direcciones de la lírica cubana de hoy". Y otra de Nicolás Guillén.
Bernardo Clariana reseña la edición de "Emilio Prados. Llanto en la sangre", romances 1933- 36, por Ediciones Españolas. Vuelve a aparecer el asunto de Asturias: "Durante la represión feroz de Asturias, Emilio Prados escribe nueve tenebrosos romances, llanto por octubre ensangrentado, en cuyos canales retumba, con voz de viejo romance castellano, todo el dolor de un silencio incontenible, con su propio riesgo desatándose. A quien poco antes le sacudiera un llanto subterráneo se le espantaron como a nadie los ojos, llenándole de llorar todas las venas de su sangre" (página 75).
Sánchez Barbudo en "El grupo Arte y Propaganda en el Teatro de la Zarzuela de Madrid" nos habla de las representaciones y proyectos de la compañía de María Teresa León.
Juan Gil Albert nos escribe sobre actuaciones de La Barraca.
Y Ramón Gaya sobre "Un busto de Pasionaria por Victorio Macho".
Finaliza la revista, como todas, con un adjunto en papel azulado con el título: "Tres cantos en el destierro" de Emilio Prados. Destaco solo un par de estrofas:
"Hoy tan solo me quejo de haberme así perdido
y perder con tus árboles lo que a tu piel me ata:
libertad y familia, con el pan y el descanso
y el natural anhelo de la paz en tu espiga" ("El campo", página 85).
"¡Ay lejano mar solo!: mis ojos te han perdido,
pero no así la sangre, que constante te llama.
Conozco tus trabajos y el viento que te enciende:
¡cuántas veces mi cuerpo con tu paz recibiste!" ("El mar", página 89).

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