FÁBULA Y MEMORIA: ANTOLOGÍA EN PROSA Y VERSO

 

Hace un mes publiqué en este blog que las familias de mi alumnado me habían regalado unos libros de José Manuel Caballero Bonald, poeta que falleció en mayo. Había leído “Las Horas muertas” (ver el enlace):

LA HORAS MUERTAS ¿O VIVAS? DE BONALD 

Ahora, aprovechando un retiro en mi casa palacete de Úbeda, he leído la antología seleccionada y prologada por María José Flores Requejo.

Como de costumbre voy a transcribir algunos versos, estrofas y/o y poemas que me han emocionado o me han interesado especialmente por alguna razón íntima, personal o política.

El libro es básicamente muy heterosexista, me gusta encontrar en mis lecturas algunas referencias a la belleza masculina y/o al homoerotismo. A pesar de ello sí hay un poema que habla de “amor prohibitivo”, y que podría hacer referencia a aquellos tiempos de leyes de peligrosidad social y de vagos y maleantes, aunque el poema habla en general de actividades políticas clandestinas que conllevaban cárcel, exilio o represión:

“Vertiginosos días de lecciones

difíciles, de secretos quehaceres y nocturnidades,

de coartadas sensibles a la luz que te valieron

cárcel, exilio, represalias…

.

las noches, los sigilos, los empeños

heroicos, los prohibitivos usos del amor” (“Pasión de clandestino” (página 238)

He encontrado también una bella descripción varonil en prosa:

“Unos negros afianzaban los fardos entre las planchas y las bitas, los torsos de azabache desnudis y como fosforescentes, lentos y tristes” (“(Aguas arriba)”, página 222)

Por último transcribo un poema muy vitalista y naturalista, que aunque no trata específicamente sobre homoerotismo, la referencia al deseo me ha recordado instintivamente a Luis Cernuda. También me ha gustado la referencia a la desobediencia:

“¿Se arredra el arrogante corazón del tigre

cuando el hambre lo arrastra

hasta el peligro? ¿Renuncia acaso entonces

a su presa?

De ese modo la noche y su liberadora

constancia de desobediencia,

puede menos que el ímpetu tenaz

de tu deseo

puede menos también

que el instintivo ardor de la naturaleza,

y la arriesgada vida

prosigue siendo así

una aventura jubilosa” (“Naturaleza dominada”, página 294)

Referencias a la guerra y la represión fascista, al antifranquismo y antimilitarismo asoman en versos a lo largo de todo el libro. Pero debo destacar un título impactante: “Bienaventurados los insumisos” (este poema tengo que transcribirlo completo):

“Ni la justicia con sus manos ciegas,

ni la bondad de ojos efímeros,

ni la obediencia entre algodones sucios,

ni el rencor que atenúa

la desesperación de los cautivos,

ni las armas que arrecian por doquier,

podrán ya mitigar esas lerdas proclamas

con que pretenden seducirnos

aquellos que blasonan de honorables.

.

Quienquiera que merezca el rango de insumiso

descree de esa historia y esas leyes.

.

Ha aprendido a vivir al borde de la vida” (“Bienaventurados los insumisos”, página 131)

“Era

verano entre las cañas

pacíficas del trigo y nunca

la sucesiva hoguera

de las furias se propagó

con tanta iniquidad.

Vinieron

cargas de odio

en camiones, gritos

y sogas en camiones. Ebrios

de mosto y esperma, bajaron

hasta el mar

adolescentes brunos,

ciegos y reclutados

con los aperos de la tiranía” (“Primeras letras”, página 56)

“que le ofrecí la furia

del desertor mejor que la del héroe” (“La otra cólera de Aquiles”, página 69)

La denuncia de la fusión entre iglesia y militarismo:

“Un barrunto a pertrecho

entre eclesiástico t castrense ocupa

los resquicios más zafios de la noche.

.

Son los ultramontanos que regresan” (“Pronóstico reservado”, página 129)

He destacado un verso antimilitarista de “La otra cólera de Aquiles”, pero este poema me atrajo especialmente por una referencia que me trasladó a la hoguera donde fue asesinado Giordano Bruno, y que, de hecho le inmortalizó como referente de la historia de la Conciencia:

“Sólo así pude disputarle

su botín a la muerte desde el mismo

aterrador orgasmo

del fuego al que se unció

en la pira: una última

retribución desesperada

de todo lo que ya

iba a ser subalterno para siempre” (“La otra cólera de Aquiles”, página 69)

La metapoesía. Siempre me gusta encontrar referencias al propio proceso creador, a la propia voz del poeta. Me encantó la identificación entre “Libertad” y creación que en el fondo es como identificarlo con “Libertad de expresión”, “Cultura” y “Libertad de Conciencia”.

“Únicamente soy

mi libertad y mis palabras” (“Diario reencuentro”, página 74)

“Se me ha olvidado todo lo que no dejé escrito” (“Memoria perdida”, página 102)

“que la literatura se parece a una carta

que el escritor se manda sin cesar a sí mismo” (“Autoservicio espistolar”, página 103)

Aunque las imágenes y figuras poéticas se esparcen por toda la obra, voy a destacar un poema que me ha emocionado por lo alegórico, visual, expresionista y surrealista. Es, creo, el más largo del libro, por lo que, aunque me gustaría, no voy a transcribirlo completo, solo un par de estrofas:

“Verbo lacrado, acorde y sin música,

sorda verdad de nadie, el grito

se bifurca en gemidos, garfios, grietas

de rítmica tortura, y es en vano

que quiera la palabra ser apenas

el opaco instrumento de la ira,

puro dolor que se rehúsa

a quien con más codicia lo proclama.

.

Martillo corporal, su misma fuerza

rompe la vida sobre un yunque lóbrego,

rapto de esclavitud por ser más libre,

donde la voz, igual que la mandrágora,

finge la imagen del espanto

en la raíz esquiva y luego crece

buscando la clemencia, el compasivo

aire, la garganta arrasada,

reuniendo y disgregando en torno suyo

los desgarrones lívidos del miedo” (“Oficio del hierro”, páginas 249- 250)

Prosa. Ya he destacado al principio aquella bella descripción varonil en prosa, pero en general he encontrado las prosas menos atractivas que los versos, sin embargo voy a destacar algunos sintagmas que me han interesado. En algún caso por su marcado carácter anticlerical:

“El emisario exhalaba un renuente vaho a tierra fronteriza y traía una mano mojada de ron de consagrar… Algo inaudible quedó, sin embargo, flotando entre ese metódico estupor que precede al barrunto sacerdotal de la pólvora” (“Crónica de Indias”, página 77)

En otro ejemplo por su denuncia del patrioterismo:

“El necio… Brilla en recintos semejantes a sótanos y declama con saña insatisfecha en tertulias, parroquias, consistorios… Lo avalan los oficios que más ha practicado: la patria y la familia” (“Me hago cargo”, página 128)

También he encontrado metapoesía en prosa:

“busco el rumbo aquel tan libertario donde cada respuesta irradia un nuevo cerco de preguntas… cuanto aquí dejo escrito legitima eso otro que nunca escribiré” (“Capvespre a Lluch- Alcari”, página 153)

Por último voy a transcribir un poema que me ha emocionado por su conexión directa conmigo, o contigo, quienquiera que tú seas, exhortándonos a seguir leyendo (o escribiendo, o viviendo) la poesía:

“Lector que estás leyéndome en algún interino

declive de la noche, ¿qué sabes tú de mí?

¿En qué despeñadero de qué historia

podemos encontrarnos?

Quienquiera que tú seas

te exhorto a que me oigas, a que acudas

hasta estos rudimentos del recuerdo

donde me he convocado a duras penas

para poder al fin reconocerme.

Ven tú también si me oyes hasta aquí.

.

Lector, número imaginario, azar

copulativo, sustitúyeme

y busca

por esos vericuetos

de la complicidad dónde, en qué instante

se hizo veraz la vida que a medias inventamos” (“Número imaginario”, página 299)

Una lectura muy edificante, Agradezco inmensamente a las familias de mi alumnado este regalo que me ha acercado un poco más al objetivo último de la poesía, que es, como no podría ser de otro modo, el objetivo último de la vida. 

 

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