HORA DE ESPAÑA IV

Acabo de finalizar la lectura del número cuatro de la revista "Hora de España", editada en Valencia en abril de 1937. Globalmente debo reconocer que me ha interesado menos que los números anteriores, se empieza a notar la presión militarista, la mayoría de los artículos e incluso de los poemas publicados hacen apología de la guerra y del patriotismo, dos conceptos que, sintiéndolo mucho, no forman parte de mis valores poéticos y literarios.
Incluso los versos de Cernuda, uno de mis eternos favoritos, que podrían tener connotaciones antibelicistas se titula y dedican a la patria: "Elegía española", nótese la inmensa diferencia poética entre la segunda estrofa del poema y la undécima, que transcribo a continuación:
"Cuando la antigua primavera
vuelve a tejer su encanto
sobre tu cuerpo inmenso,
¿cuál ave hallará nido
y qué savia una rama
donde brotar con verde impulso? 
¡Qué rayo de la luz alegre,
qué nube sobre el campo solitario,
hallarán agua, cristal de viejo hogar en calma
donde reflejen su irisado juego?
...
Que por encima de estos y esos muertos
y encima de estos y esos vivos que combaten
algo advierte que tú sufres con todos;
y su odio, su crueldad, su lucha,
ante ti vanos son como sus vidas,
porque tú eres eterna
y sólo los creaste
para la paz y gloria de su estirpe" 
("Elegía española", Luis Cernuda)
Extrapolando mucho he conseguido disfrutar de algún otro párrafo con connotaciones antibelicistas:
"Pero cuando pensamos en el acabamiento de la guerra, sentimos necesario volver sobre los problemas de nuestro ser moral que culminan en la urgencia de superar el viejo cainismo español, siempre amenazante. Nos amenaza a todos, no se distingue en zonas ni en frentes de combate. No quedará literatura de guerra, ni es posible; pero bastaría con que quedara en claro que nuestra vida no será mejor que la pasada si no somos mejores nosotros, y que no podremos serlo si no conseguimos la valentía del pensamiento y la valentía de la generosidad"
("Muerte y vida de Unamuno" de José F. Montesinos)
Me gustó encontrar una referencia a mi "alter ego": "Giordano Bruno estudiaba a Avicebron y Maimónides" ("Judíos españoles promotores del Renacimiento", reseña de Máximo José Kahn sobre el libro "De Gabirol a Abravanel" de Saúl Mézan).
También me han parecido interesantes las reseñas a dos nuevas publicaciones: "Madrid, Cuadernos de la Casa de la Cultura" (Valencia, Febrero 1937) y "Nueva Cultura, Año III, Núm. 1. (Valencia, marzo, 1937):
"Una de las más justas y acertadas resoluciones tomadas por el Gobierno de la República en los días azarosos de noviembre del pasado año, cuando Madrid estuvo más amenazado y sufrió los más crueles bombardeos, fue la de poner a salvo a los sabios e intelectuales de mayor relieve, que aun permanecían encerrados en sus laboratorios y bibliotecas, sin poder trabajar y exponiendo sus vidas. El Gobierno les habilitó en Valencia una residencia que hoy llamamos Casa de la Cultura.
Es natural que surgiese luego, como consecuencia del contacto mutuo y convivencia a que profesores, investigadores y artistas se veían forzados, la idea de crear una publicación en la que pudieran, accidentalmente, expresarse todos ellos y continuar así en cierto modo su interrumpida labor" ("Madrid, Cuadernos de la Casa de la Cultura" por Sánchez Barbudo)
De la reseña de"Nueva Cultura" quiero transcribir la crítica que se hace a la obra del pintor David A. Siqueiros que al parecer se reproduce en dicha revista y su supuesta imitación de "lo peor" del surrealismo:
"En cuanto al caso del pintor David A. Siqueiros, hubiera quedado mejor su tan discutida conferencia sin publicar las reproducciones que hay en las páginas de Nueva Cultura, y no es que yo piense ahora discutir la conveniencia, la eficacia, el deber de una dedicación de los artistas a esta clase de propaganda -aunque piense hacerlo en otro instante-, sino porque resultan completamente desajustados el propósito y los hechos, ya que "El eco del llanto", "Detened la guerra" y "Nacimiento del fascismo", en vez de un arte claro y fácil para las masas, para las gentes que andan por la calle, son, exactamente, los restos de una pintura ya liquidada y saneada, los restos de esa especie de perversión exquisita que fue el surrealismo, es decir, la decadencia de lo que ya significaba una decadencia; pero si esto fuera poco, la pintura de Siqueiros -la que muestra Nueva Cultura- no es ni siquiera una imitación de lo que el surrealismo tuvo de profundo, de buceador del alma -porque, eso sí, tenemos alma-, de escuchador del espíritu más hondo, sino que es una imitación de las formas del surrealismo, que es, precisamente, lo peor, lo más feo, lo más feto que tuvo este importante movimiento" ("Nueva Cultura", por Ramón Gaya) 
Por curiosidad he intentado buscar en google la obra "Detened la guerra", pero no la he encontrado, sin embargo aparecen otras obras de Alfaro Siqueiros que no me parecen nada que ver con el Surrealismo, más bien me parecen realismo socialista, muy en línea con otros muralistas mexicanos como Diego Ribera. 
La revista termina con el texto de otro de mis eternos favoritos, Manuel Altolaguirre, titulado "Noche de Guerra (de mi "Diario"), marzo, 1937, de la que destacaría las transcripciones que  hace de algunos versos de Miguel Hernández que había leído, precisamente, en Nueva Cultura, criticando a su vez las desigualdades de los versos publicados, refiriéndose a unos versos militaristas. 
"esa misma desigualdad en tus versos es la que me asegura en la idea de que puedes con tu poesía llenar en parte, el vacío irreparable que nos ha dejado en España el poeta Federico García Lorca. Desigualdad que nos hace descubrir de pronto verdaderas montañas de hermosura. Cuando pase el tiempo (este espacio de tiempo incandescente, esta guerra flamígera en que estamos), encontrarás la serenidad que se requiere para que en tu obra futura no existan tamañas desigualdades" 
Entre los versos que destaca como afortunados destaco solo una estrofa:
"El polvo no los puede y hacen del polvo fuego,
savia, explosión, verdura repentina;
con su poder de abril apasionado
precipitan el alma del espliego,
el parto de la mina,
el fértil movimiento del arado"
("Noche de Guerra" de mi "diario". Manuel Altolaguirre, marzo 1937)
Por desgracia para la poesía no española sino universal, cuando pasó la guerra flamígera vino la cárcel represora y llegó la muerte a causa de las malas condiciones carcelarias. Nos quedan los versos afortunados y también los quizás menos afortunados, termino esta reseña con los versos que desagradaron a Altolaguirre, y dicho sea de paso tampoco me gustan a mí por militaristas: 
"subiera en su airado potro
y en su cólera celeste
a derribar trimotores
como quien derriba mieses"
No. Tú sabes que no. Comprendo que en un momento de delirio escribamos cosas por el estilo. El potro, el aire, el trimotor, el trigo: la locura. Pero tú sabes como yo que eso no es poesía de guerra, ni poesía revolucionaria, ni siquiera versificación de propaganda  (Tampoco me gusta: "que morir es la cosa más grande que se hace").
(Ibidem)

 

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